Rosa se sentó para que Martin pudiera desfilar. Martin desfiló para que Barack pudiera presentarse a las elecciones. Barack se presentó a las elecciones para que nuestros hijos puedan volar (frase de la campaña presidencial de Barack Obama)
Esta es la increíble historia de Ruby Bridges, la primera niña negra en asistir a un colegio para blancos en el racista sur de Estados Unidos. Su valiente gesto quedó inmortalizado para siempre en el cuadro El problema con el que todos convivimos del famoso ilustrador norteamericano Norman Rockwell (1894-1978).
Ruby nació el 8 de septiembre de 1954 (felicidades, amiga, en un par de días es tu cumpleaños) en Misisipi. A la edad de cuatro años se mudó con su familia a Nueva Orleans. A la edad de seis años, sus padres la apuntaron a un programa de la NAACP (Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color) para integrar a los niños negros en el sistema escolar de dicho estado.
Un grupo de niños en edad preescolar hicieron una serie de tests de nivel. Seis de ellos fueron seleccionados para el programa de integración. De estos, dos decidieron quedarse en escuelas para negros, tres fueron a una escuela para blancos y Ruby a otra.
En su primer día de escuela, muchos padres blancos la esperaban en la puerta para gritarle, insultarle e incluso lanzarle objetos. Ella nunca lloró, siguió caminando, protegida por la policía, hasta el interior del centro.
Numerosos padres desapuntaron a sus hijos de ese colegio, y solo una profesora, Barbara Henry, natural de Boston, accedió a dar clase a Ruby Bridges. La valerosa Henry estuvo dando clase a la niña todo ese año, hablando como si estuviera enseñando a una clase entera.
Un año que resultó harto difícil para Ruby. Cada mañana, cuando entraba al colegio, una mujer la amenazaba con envenenarla, por lo que la niña tenía que traer su propia comida de casa. Otra mujer incluso metió una muñeca negra en un ataúd y la puso en la puerta del colegio.
A causa de su decisión de llevar a la niña a ese colegio para que obtuviese una mejor educación y su experiencia sirviera para mejorar las oportunidades de otros niños afroamericanos, la familia de Ruby sufrió mucho. Su padre fue despedido y sus abuelos perdieron las tierras que labraban.
Sin embargo, otras personas les mostraron su apoyo al no quitar a sus hijos del colegio, al proporcionar al padre de Ruby un nuevo empleo, al vigilar la casa de los Bridges para evitar cualquier acto de vandalismo y al escoltar a la niña al colegio para que no le ocurriera nada.
Ruby Bridges sigue viviendo en Nueva Orleans, tiene cuatro hijos y también se hizo cargo de sus sobrinos cuando los padres de estos fallecieron. Trabajó en una agencia de viajes y ahora dirige una fundación que promueve el respeto por las diferencias.
La ilustradora Shadra Strickland ha realizado una nueva interpretación del primer día de colegio de Ruby Bridges que resulta hermosa y desgarradora al mismo tiempo. Os la dejo a continuación de esta entrada.
Que la historia de Ruby sirva como inspiración para el primer día de colegio (y quien dice de colegio, dice de universidad, de trabajo, de lo que sea) después de las vacaciones de verano. Ruby Bridges tuvo todos los obstáculos imaginables y sin embargo siguió adelante, rellenando las páginas en blanco de su cuaderno con la cabeza muy alta. Todas nosotras, todos nosotros, podemos hacer grandes cosas en este nuevo otoño que nos regala la vida.