miércoles, 25 de agosto de 2010

Bienvenidas a la República Independiente de Bragalandia

Hogar no es donde vives, sino donde te comprenden (Christian Morgenstern).

---¿Estamos perdiendo la compostura? –le he preguntado hoy a mi bruja.
---¿Y qué? –me ha respondido ella.
Las dos nos hemos echado a reír.
Y es que nuestro piso parece un anuncio de Ikea. No lo digo por los muebles (que también) sino por lo de la república independiente. Hacemos lo que nos da la real gana.
Vamos por la casa en bragas, yo agarrada a una taza de café y ella intentando manejarse con el barrigón.
En lugar de perro, a nuestros pies tenemos ventiladores.
En cada mesa y en cada brazo de sillón hay un libro abierto.
Los pendientes los clavamos en el corcho del despacho.
La ropita de nuestra hija la estrena un oso de peluche con el que a veces gasto bromas a mi mujer. Lo meto en nuestra cama, en la cabeza un sombrero y entre las garras una revista. Debajo de la manta que le cubre introduzco almohadas para simular un cuerpo humano. Lo remato con unas botas. ¡Qué gritos al ir a acostarse, la pobre!
Cuidado con los botes de potingues que hay en el baño, al abrir uno de ellos puedes toparte con un post-it de amor adherido a la tapa.
Los domingos saben a tostada y a suplemento izquierdoso.
¡Tenemos una muñeca de Jane Austen y otra de Virginia Woolf!
Muchísimas noches cenamos burritos caseros o sopa china.
Eduard Punset y Judith Butler conviven sin problemas.
Cuando yo estoy harta, ella se encarga de todo y cuando ella no puede más, me convierto en el genio de la lámpara. ¡Pide un deseo!
No solemos respetar horarios, aquí la merienda la hacemos al amanecer.
Nos hemos vuelto vampiresas que al poner un pie en la calle pestañeamos con sorpresa ante la luz del sol de verano y el mundo nos parece enorme y demasiado ordenado. ¡Con lo bien que se está en casa!
Me he comprado un puro y lo he metido en la nevera. Cuando volvamos del hospital y las deje acostadas, saldré a la terraza y me lo fumaré mirando las estrellas. ¡Misión cumplida, empieza el resto de nuestras vidas!
Mientras tanto, tenemos un calendario en la cocina de esos que te regalan en los bancos cuando empieza el año. Hemos tapado la propaganda con una foto de nuestra boda. Los días se estiran y nunca parece llegar el momento.
Impaciencia, insomnio.
Los pantalones en el respaldo de una silla, como un viandante al borde del suicidio.
Uñas mordisquedas.
Envoltorios de flash.
Zumbidos de intrusos alados.
Una Jane Austen de plástico.
Canícula.
¡Ah, la espera!

miércoles, 18 de agosto de 2010

Una buena decisión (rectificar es de sabias)

Esquimal: Si no supiera quién es Dios ni lo que es el pecado, ¿iría al infierno?
Cura: No, no iría si ese fuera el caso.

Esquimal: Entonces, ¿por qué me lo ha contado?

(Annie Dillard)

¿Quién no conoce a Anne Rice? El sonado comienzo de su saga vampírica, Entrevista con el vampiro, se convirtió en best-seller a mediados de los años noventa gracias a la película basada en dicho libro y de cuyo guión ella también fue la autora. No obstante, la novela es de 1973.
Interesada en los vampiros y en la brujería desde niña, siempre estuvo muy orgullosa de su ateísmo hasta que, en 1998 y para sorpresa de todo el mundo, se convirtió al cristianismo y declaró en la revista Newsweek que a partir de ahora “solo escribiré sobre Jesús, nuestro señor”. Además, añadió, si alguien le dijera que no fuese tonta, que se va a arruinar, ella respondería que “sería una tonta para toda la eternidad por haberle dado la espalda a mi Señor”. Rice llegó incluso a escribir una autobiografía acerca de su redención espiritual.
No obstante, a finales de julio de este año, Rice ha decidido abandonar el cristianismo y estas son las razones que ha esgrimido para la revista The Advocate:
Para quien le importe, y comprendo perfectamente que hay a quien no, dejo de ser cristiana. Estoy fuera. En nombre de Cristo, me niego a ser antigay. Me niego a ser antifeminista. Me niego a ser anti-métodos anticonceptivos. Me niego a ser antidemócrata. Me niego a ser antihumanista laica. Me niego a ser anticiencia. Me niego a ser antivida. En el nombre de Cristo, dejo el cristianismo y de ser cristiana. Encuentro sencillamente imposible “formar parte” de este infame grupo pendenciero, hostil y belicoso. Lo he intentado durante diez años. No he sido capaz. Soy una intrusa allí. Mi conciencia no me lo permite.
¡Bienvenida al club, Anne!¿Y tú? ¿Has apostatado ya?

martes, 17 de agosto de 2010

Toda la vida juntas y toda la muerte también

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!
Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas.
Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.
El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.
El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.
No es orgulloso.
No es grosero ni egoísta.
No se enoja por cualquier cosa.
No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.
No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.
El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.
Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto.
(1 Corintios 13)

San Francisco, 1975. Stella, o Stina, como la llamaba todo el mundo, una mujer de 40 años de ascendencia mexicana, acude a la manifestación del Orgullo Gay tras haber roto con su marido, del que tiene cuatro hijos. Por su parte, Ina Mae, de 39 años, también divorciada y con un hijo, decide que tampoco puede perderse ese evento. Harvey Milk, el primer político abiertamente homosexual de Estados Unidos, estaría allí. La fiesta, la alegría en medio de la miseria en la que el armario te ahoga, es un alivio para todas esas personas que caminan sintiendo un cóctel de miedo y audacia. Estas valiosas imágenes en super8 nos ponen en contexto.
Es en este día que Ina y Stella se conocen y se enamoran. Deciden compartir casa y criar a sus hijos juntas, convirtiéndose así en una familia.
Pioneras y siempre involucradas en mejorar la vida de las lesbianas, Ina Mae y Stella pronto se convirtieron en modelos a seguir por las mujeres de su comunidad y por muchas lesbianas de Estados Unidos, reivindicando los derechos de estas así como la existencia de las madres lesbianas.
Ina Mae tuvo un papel muy activo en Affirmation, un colectivo lgtbq mormón, siendo la única mujer en liderarlo, mientras que ambas formaban parte de un grupo de lesbianas mayores llamado Women Over 50 and Friends. Asimismo, fueron fundadoras de Lavender Seniors, un colectivo lgtbq de la tercera edad.
Stella siempre fue feminista, nunca se cansaba de llamar la atención a cualquiera que hiciera un comentario sexista. Antes de que se extendiese la práctica, ella ya promovió el reciclaje en su entorno. Tanto Ina Mae como Stella participaron en muchas organizaciones caritativas. Ambas tenían un gran sentido del humor y hacían amigos por donde quiera que fuesen. Les encantaba viajar y fueron pasajeras en muchos de los cruceros Olivia, ya sabéis, esos para lesbianas que salían en The L Word y con los que todas hemos fantaseado.
Ina Mae y Stella estuvieron siempre, pues, dedicadas a hacer un mundo mejor para todos, en especial para las lesbianas.
Este verano, exactamente el día 17 de julio, ambas mujeres regresaban de una reunión familiar. Ina Mae iba al volante cuando sufrió un devastador ataque al corazón que la mató prácticamente al instante. Stella vio que su coche se precipitaba contra unos peatones, con lo que agarró como pudo el volante y decidió precipitarse contra una camioneta para salvarles la vida. Los peatones no sufrieron ningún daño y el conductor de la camioneta tan solo heridas leves, pero la valiente Stella no pudo sobrevivir al accidente.
Murieron juntas, tal y como habían vivido.
Fuera de su comunidad eran unas desconocidas, pero yo quiero rendirles un homenaje en La Letra Escarlata porque su pequeña aportación ha hecho del mundo un lugar mejor y porque su valentía al vivir siempre abiertamente su sexualidad ha hecho que todas nosotras, estemos en el lugar del planeta que estemos, seamos un poquito más libres.
En honor a Ina Mae Murri y a Stella Lopez-Armijo, ni un armario más. Vamos, chicas, todas fuera, se lo debemos.
Ina Mae, Idaho, 1953
Stella, Washington DC, 2000
Les encantaba bailar
Se amaban y formaron una familia unida y feliz

lunes, 16 de agosto de 2010

Básicos para escribir terror

Este post se publicó en mi blog de escritura el 10 de febrero de 2010. Puesto que he decidido eliminar dicho blog para unificar todos mis escritos en La Letra Escarlata, aquí os lo dejo con el fin de que no se pierda.

En la revista estadounidense The Writer (abril 2008) ofrecen unos consejos muy útiles para quien desee iniciarse en esto de la escritura de terror. Resumo lo que me parece más interesante del artículo.
Para empezar, menciona al autor H.P. Lovecraft, maestro del cuento de terror nacido en Nueva Inglaterra (por cierto, bastante racista y misógino, pero en fin), quien, respecto a las obras de terror, dice algo obvio pero que muchas veces se nos olvida: Si da miedo, es bueno.
Otros consejos de la revista son los siguientes:
-Para ser un buen escritor de terror, primero hay que ser un buen escritor. Por muchas ideas brillantes que tengas, está claro que escribir requiere leer mucho y practicar mucho.
-Crea un mundo normal con gente normal que vive vidas normales y después destruye esa seguridad introduciendo en la trama algo diabólico. Cuanto mejor hayas transmitido esa credibilidad y ese realismo, más miedo dará aquello irreal que introduzcas en tu historia.
-Cuida de que tus personajes sean elaborados y no planos, como los de Lovecraft, bastante pésimo a la hora de la caracterización. Como dijo Stephen King –que a mí personalmente me gusta mucho más que Lovecraft-, lo ideal es crear personajes hacia quienes los lectores sientan empatía e interés con el fin de que, a la hora de “soltar el monstruo”, les importe lo que les suceda a estos.
-Haz uso de los miedos universales, aquellos que en algún momento han causado terror a cualquiera de nosotros: los extraños, los monstruos, separarse de los seres queridos, la oscuridad, las tormentas, los objetos afilados… Debes saber emplear estas herramientas sin caer en lugares comunes sino haciendo algo original con ellas.
¿A qué estás esperando? Ponte delante de la hoja en blanco y… cuidado con las sombras alargadas y las puertas crujientes, no digo más.

domingo, 15 de agosto de 2010

Tan fuerte, tan cerca

Este post se publicó en mi blog de lecturas el 10 de marzo de 2010. Puesto que he decidido eliminar dicho blog para unificar todos mis escritos en La Letra Escarlata, aquí os lo dejo con el fin de que no se pierda.

Tan fuerte, tan cerca (Extremely Loud & Incredibly Close)Barcelona: Lumen, 2005
Traducción: Toni Hill

Podría decirse que existe una literatura “post-11 de septiembre”, es decir, una serie de obras situadas en el contexto de o inspiradas por los ataques de Al Qaeda a Estados Unidos en 2001. Algunas de estas novelas son, por ejemplo, El hombre del salto (The Falling Man), de Don DeLillo, Los hijos del emperador (The Emperor’s Children), de Claire Messud o Terrorista (Terrorist) de John Updike. Pese a que todas estas son grandes historias a mi parecer, ninguna se puede comparar a la belleza de Tan fuerte, tan cerca (Extremely Loud & Incredibly Close), de Jonathan Safran Foer.
Jonathan Safran Foer (Washington, EEUU, 1977) nació en una familia judía sumamente intelectual. Por lo que he podido leer, a los ocho años tuvo un colapso nervioso y durante tres años, lo único que deseaba era ser otra persona. Estoy segura de que en estos terribles años basó el personaje de Oskar Schell, el entrañable protagonista de la novela que nos ocupa.
Safran Foer estudió filosofía en Princeton, teniendo la suerte de recibir clases de escritura creativa de la gran Joyce Carol Oates. De hecho, ella fue la primera persona que se interesó verdaderamente por su escritura y le hizo plantearse por primera vez que podría convertirse en escritor.
Además de Tan fuerte, tan cerca, otra obra conocida del mismo autor es Todo está iluminado (Everything is Illuminated) (2002), la cual supuso un gran éxito de ventas y se llevó al cine en 2005.
Jonathan Safran Foer está casado con otra escritora, Nicole Krauss.
Y ahora, vayamos al libro que nos atañe. Como dije antes, Tan fuerte, tan cerca es la historia de Oskar Schell, un chaval de nueve años extremadamente inteligente pero traumatizado por la muerte de su padre en los atentados del 11 de septiembre.
Oskar es inventor, y crea en su mente todo tipo de objetos surrealistas para que las personas estén seguras (el origen de esto, obviamente, es lo que le sucedió a su padre). También escribe cartas a las personas que admira, como Stephen Hawkins. Una misteriosa llave encontrada en el armario de su padre le convierte asimismo en detective. Ya antes su progenitor y él se divertían resolviendo misterios juntos.
Oskar decide buscar por todo Nueva York la cerradura que abre esa llave. Lo hace, por cierto, con su pandereta a cuestas, como otro Oskar con el que comparte más de una característica, el protagonista de El tambor de hojalata (Die Blechtrommel) de Günter Grass. Por el camino se encontrará con todo tipo de personas, como el anciano que hace fichas de todo el mundo que pasa por su vida. Estas fichas solo contienen una palabra, por ejemplo, la de Oskar será “hijo”. Otro personaje singular es la mujer que no ha bajado del Empire State durante años, sin que nadie se haya dado cuenta de ello, reflejo de la soledad de la Gran Manzana.
El periplo de Oskar es el hilo conductor de la novela, pero hay otra historia en ella, la de sus abuelos y sus avatares en la Segunda Guerra Mundial. Como le sucede al niño, sus vidas quedan destruidas por culpa de un único suceso, en el caso de ellos, el bombardeo de Dresde por parte de la RAF.
Tan fuerte, tan cerca, es un ejemplo de lo que se ha dado en llamar escritura visual, una escuela posmoderna que desafía los límites del texto añadiendo elementos como fotografías que forman parte de la historia. La más escalofriante a mi gusto es el folioscopio final, que muestra a un hombre cayendo de una de las torres gemelas, pero colocado al revés, de modo que la secuencia de los fotogramas le muestra volando hacia la ventana en lugar de emergiendo de ella.
Leyendo en Internet artículos acerca de la técnica empleada por Safran Foer, me he encontrado con muchas críticas negativas, como esta de José Antonio Gurpegui en El Cultural:

Uno no acaba de entender muy bien las intenciones y propósitos de Foer (tal vez llamar la atención provocando valoraciones como la que a continuación se expone) al incluir páginas en blanco, otras literalmente ilegibles o aquellas en las que tan sólo se lee una frase… cuando no interminables sucesiones numéricas o fotografías traídas con excusas más que forzadas. En no pocas ocasiones se entienden -o al menos así lo aprecia quien suscribe- como fatuos fuegos artificiales, con más de anecdótico que de sustancial, que no hacen sino distraernos de la auténtica trama al recuperar antiguos, y ahora caducos, experimentos que nos retrotraen hasta el rupturista espíritu de la generación beatnik.

Uno desearía que Foer superara pronto este juvenil -nació en 1977- “acceso de originalidad”, porque si algo se desprende de Tan fuerte, tan cerca es que su autor sabe y puede escribir con suficiente calidad como para ganarse un puesto de privilegio en las letras norteamericanas sin necesidad de recurrir a intrascendentes artificios.

Aunque entiendo lo que quiere decir, no estoy de acuerdo con él. A mí me ha llegado muy hondo cada una de las páginas del libro, tanto las de texto como las que contienen imágenes. Como sucede con muchas cosas de este libro, no puedo explicar con palabras todas las sensaciones que me han provocado, pero si tuviera que escoger una sola, esta sería TERNURA.
Tierno es Oskar, su relación con su padre, su relación con su abuela, el modo en que su madre le cuida sin que él se de cuenta, sus miedos, la gente con la que se topa en su agonía, el Nueva York como de realismo mágico que recorren sus botas… esas botas que tanto le pesan cuando está triste.
Ternura que no resulta cursi, como un bebé de Anne Geddes (que me perdonen los fans de la fotógrafa), ternura más bien como la que podemos sentir hacia Scout en Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird) o hacia Celie en El color púrpura (The Color Purple): remueve el corazón, te provoca alguna que otra lagrimita, pero sobre todo te deja pensando que en medio del horror siempre hay una luz, que en medio de la basura, de la guerra, del odio, siempre podemos encontrarnos con algo hermoso.
Una oda, en fin, a la resilencia.

sábado, 14 de agosto de 2010

Espacio transicional

Este post se publicó en mi blog de escritura el 12 de marzo de 2010. Puesto que he decidido eliminar dicho blog para unificar todos mis escritos en La Letra Escarlata, aquí os lo dejo con el fin de que no se pierda.

No creo que haya ningún aficionado a la escritura que no se haya imaginado un lugar perfecto para ejercer su don. El mío es una galería, una pieza larga y espaciosa con un ventanal enorme que desemboca en un mar bravo. Llueve pero aún así hay mucha luz. Si una toca el cristal lo nota frío, pero adentro hace calor y la máquina de café anuncia con su gorgoteo que el imprescindible brebaje está ya listo. Tal vez al fondo se divise un faro. Mi mesa es enorme. Hay espacio para un ordenador y también para escribir sobre cuadernos. Detrás hay una estantería con diccionarios y otros libros de cabecera. Sobre las baldas hay varios marcos con fotos de los escritores que más me inspiran.
“Pero hablamos de escribir, no de soñar despiertos”, nos advierte Enrique Páez en su estupendo libro, Escribir. Manual de técnicas narrativas. “Quien espere a tener esas condiciones mínimas antes de sentarse a escribir, en realidad no quiere escribir en absoluto.” Y es que “en la historia de la literatura […] encontramos muy pocos autores que hayan trabajado o trabajen en esas condiciones”.
Esto no quiere decir que cualquier sitio valga. Es verdad que hay gente que encuentra la inspiración en los lugares más bulliciosos, como Cortázar, que escribió Rayuela en los cafés de París o J.K. Rowling, cuyo primer tomo de Harry Potter fue concebido en los de Liverpool. Pero, en general, añade Páez, “hay que reconocer que hay lugares adecuados y lugares inadecuados”. Yo recomendaría experimentar con varios hasta que encontréis aquél en donde más consigáis concentraros. Sin duda, el más lógico es la habitación propia de la que hablaba Virginia Woolf: un cuarto donde no te moleste nadie. Enrique Paéz lo ve así: “[…] se podría decir que el espacio físico adecuado para la escritura es el mismo que el espacio adecuado para estudiar. Tal vez entre los mejores esté el de una mesa ordenada, con algunos libros de consulta a mano (diccionarios, libros de estilo, nuestro autor preferido…), un cuaderno agradable, una pluma o bolígrafo que escriba bien, a veces un ordenador, temperatura agradable (ni frío ni calor), un foco de luz a la izquierda (o a la derecha para los zurdos), sin gente alrededor que nos distraiga y, por supuesto, sin un televisor encendido tratando de atrapar nuestra atención.”
La verdad es que algo así es mucho más sencillo de conseguir que mi galería frente al mar, ¿no creéis?
No obstante, “hay ocasiones en las que ni siquiera podemos encontrar un lugar tranquilo en nuestra propia casa. Para esos casos hay que ser tan cabezotas como imaginativos. Existen bibliotecas, bancos en los parques, salas de espera en las estaciones de trenes, autobuses y aeropuertos… Hasta los hospitales, iglesias y tanatorios, si llega el caso pueden ser en algún instante lugares apropiados. Tendremos que buscar nuestro propio rincón”.
Lo cierto es que una vez hemos dado con el lugar adecuado para nosotros, estamos en el durante muy poco tiempo, pues en cuanto nos sumergimos en lo que estamos escribiendo entramos en lo que el psiquiatra D. W. Winnicott llama espacio transicional, es decir, ese estadio intermedio que hay entre la realidad y el mundo de los sueños en el que se sitúan, además de la creación literaria, los juegos infantiles. Los niños juegan a que están en un castillo o a que son pokemons o leones, lo que sea, el caso es que cuando un adulto les llama saben salir de su mundo y hacer lo que se les dice. No hay esquizofrenia, distinguen perfectamente los momentos, pero cuando se adentran en sus juegos los viven intensamente. Así sucede cuando estamos escribiendo.
Por tanto, si tu excusa para no escribir era carecer del lugar adecuado (y aquí en este blog me propongo ir desmontando poco a poco todas las excusas para no escribir de aquellas personas que quieren hacerlo), replantéatelo y redistribuye tu tiempo y tu espacio. Lo mismo que un niño necesita jugar todos los días y no espera a tener vacaciones o a que llegue el fin de semana para ello, escribe tú también todos los días, aunque sea un ratito.
Julia Cameron, autora de un célebre método de ruptura del bloqueo artístico llamado The Artist’s Way, sugiere escribir todas las mañanas tres páginas de lo que sea, a vuelapluma. Recomienda no releerlas ni enseñárselas a nadie, puesto que esto nos haría demasiado conscientes de lo que escribimos. Estas páginas matutinas nos ayudarán a quitarnos de encima aquellas cosas que forman una barrera alrededor de nuestra creatividad y además se convertirán en un hábito que en unas pocas semanas sentiremos imprescindible.
Encuentra y reivindica tu propio tiempo y tu propio espacio, sea cual sea tu circunstancia vital.

En la imagen, el despacho de Colm Tóibin. Para más habitaciones de escritores, aquí tenéis la serie de ellas que publicó el periódico británico The Guardian.

viernes, 13 de agosto de 2010

Chicas salvajes que escriben y leen y se quieren y cambian el mundo y no piensan (casi nada) en el amor y los pintalabios

La lectura es una herramienta imprescindible para llevar una buena vida (Mortimer J. Adler)

He gozado de dos lecturas consecutivas de esas en las que no eres capaz de soltar el libro y la vida se convierte en una interrupción. Si estáis pensando en alguna novelita para las vacaciones, aquí tenéis dos que no creo que os fallen. Ambas, aunque muy distintas, tienen que ver, sobre todo, con la amistad y con la escritura.
Criadas y señoras (The Help), es la primera novela de Kathryn Stockett, una estadounidense sureña que ha protagonizado uno de los best-sellers más sonados de este año en el país de las hamburguesas. Supongo que no tardará en llegar la película.
La historia, ambientada en Jackson, Misisipi, a principios de los años sesenta, está narrada por tres voces, las de dos criadas negras llamadas Minnie y Aibileen y la de una universitaria blanca recién licenciada a la que todo el mundo llama Skeeter (mosquito), por no ser muy agraciada físicamente.
Como todos los estados del sur de EEUU, Misisipi era un lugar muy racista regido por las leyes segregacionistas conocidas como leyes de Jim Crow, resumidas en la frase separados pero iguales. Durante la década de los sesenta, la ciudad de Jackson fue testigo de muchas revueltas por los derechos civiles.
En ese contexto, las familias bien blancas viven intentando ignorar las reivindicaciones de los negros y explotando a sus criadas de color a cambio de unos cuantos dólares. Minnie siente mucha rabia por cómo les tratan y siempre está de mal humor, mientras que Aibileen, que siempre ha tenido un temperamento más afable, siente que desde que su hijo murió a causa de una paliza que le proporcionaron unos hombres blancos por utilizar un lavabo prohibido para los negros, se está envenenando por dentro.
En las vidas de estas dos mujeres entra la tímida Skeeter, que regresa de la universidad soñando con convertirse en escritora y decide conseguir testimonios de criadas negras para componer un libro con sus puntos de vista. Skeeter había tenido una criada que había sido para ella una madre, y deseaba honrar su memoria de esa forma.
Este proyecto demostrará a Skeeter que quienes creía sus amigas son en realidad un puñado de ricachonas crueles y racistas y que escribir un libro que quiere desmontar todo un sistema de clases puede salirle muy caro. Para Minnie y Aibileen, quienes ayudarán a Skeeter (Aibileen, de hecho, lo coescribe con ella), es aún más peligroso pero al mismo tiempo exorcizarán toda su rabia y contribuirán a dar una mayor visibilidad a los problemas de su gente.
Lo que más me ha gustado de la novela es que muestra dos caras de una misma historia: por una parte el racismo más repugnante y unas criadas que son más esclavas que empleadas domésticas (o “ayuda”, de ahí el título inglés), y por otro, los lazos de cariño tan fuertes que podían llegar a formarse entre ellas y las personas a las que servían, como el amor que siente Aibileen por la niña que cuida o el de Skeeter por la mujer que prácticamente le crió. La misma autora cuenta en un epílogo que en su casa trabajó una chica que fue casi como su madre y que durante su infancia nunca se planteó las injusticias que podría estar sufriendo esa mujer a la que luego dedica la novela.
Criadas y señoras me ha recordado en cierto modo a Tomates verdes fritos y bastante a La vida secreta de las abejas (la portada americana es, de hecho, una imitación de la de esta novela que también fue un exitazo en 2002, juzgad vosotras mismas haciendo clic aquí y aquí), así que si os gustó alguno de estos dos libros, seguro que la disfrutaréis.
Y ahora el descubrimiento estrella, Chicas salvajes (The Wild Girls), que en España ha sacado Marenostrum cometiendo un par de errores lamentables en la portada. Primero, el nombre de la autora, que repiten varias veces escribiendo Path Murphy cuando es Pat Murphy, y segundo, que ponen una cita de la escritora y poeta Jane Yolen recomendando el libro y escriben Joan Yolen. ¡Ay, madre! En fin, a pesar de esto, la traducción de Rosa Gutiérrez está muy bien, gracias a las diosas.
Y digo que es mi descubrimiento estrella porque es una joya. Supongo que entraría en la categoría de literatura juvenil, porque es la historia de una adolescente cuyos padres están a punto de divorciarse, pero ya he comentado alguna vez que no creo mucho en esas etiquetas cuando la novela es, sencillamente, buena. Chicas salvajes es más que eso. Un canto a la amistad, a la escritura, a la naturaleza, a romper con lo que se espera de una para ser libres, a seguir tus deseos, un homenaje a las niñas que creo que voy a regalar a todas las niñas que conozco.
No digo más porque no quiero revelar nada, sus casi 300 páginas os sorprenderán y os harán sonreír una y otra vez.
La autora, es una estadounidense más conocida por sus novelas de ciencia ficción y fantasía, habiendo ganado incluso el premio Nebula, uno de los más importantes que se otorgan en este género.
Solo añadir que leer una novela de chicas que no tenga que ver con romances paranormales, popularidad o tíos buenos, sino que esté centrada en la amistad y la pasión por la escritura y por la naturaleza, ha sido el soplo de aire fresco más reconfortante de este caluroso verano.

jueves, 12 de agosto de 2010

El mundo interior de los chicos: tres libros.

Este post se publicó en mi blog de lecturas el 19 de mayo de 2010. Puesto que he decidido eliminar dicho blog para unificar todos mis escritos en La Letra Escarlata, aquí os lo dejo con el fin de que no se pierda.

Antes de nuestro proyecto de ser madres, yo había sido tía muchas veces (once en concreto, de ocho niños y tres niñas), por lo que el mundo infantil no me resulta ajeno en absoluto. Además, puedo sentirme orgullosa de contar con una buena colección de libros que muchas veces los adultos descartan pensando que son para críos y que, por tratarse de buena literatura, hablan a todas las edades y generaciones.
Sin embargo, siempre me he sentido más inclinada a leer historias de niñas, habiendo sido yo una hace -cada vez más- tiempo y resultándome sus tribulaciones y aventuras mucho más interesantes para mí que las de los chicos. Desde que era pequeña y, aparte de Los cinco de Enid Blyton (libros en los que, de todas formas, el personaje más valiente y que más me maravillaba era Jorge, una chica aunque se hiciera llamar con nombre masculino), me apasionaban las novelas de Maria GripeLa hija del espantapájaros, Agnes Cecilia-, de Christine NöstlingerGretchen se preocupa, Rosalinde tiene ideas en la cabeza- o de Elena Fortún, quien ideó la que fuera mi mejor amiga ficcional en aquella época: la rebelde Celia.
Cuando mi mujer se quedó –por fin- embarazada, de pronto me vino a la cabeza la idea de que podría tener un niño y no una niña.
No me malinterpretéis, estaría feliz con un hijo, lo que me preocupaba era no tener demasiados libros para él. Podría leer los que están protagonizados por chicas, por supuesto, pero estoy segura de que también le gustaría tener otros.
Además, yo había pasado tanto tiempo profundizando en el alma novelística femenina que temí no ser capaz de comprender el mundo interior de un chaval.
Así que, como siempre que tengo algún problema, recurrí a la literatura.
Me hice con tres libros protagonizados por muchachos. Fueron una novedad entre mis estanterías plagadas de mujeres apasionantes y, qué queréis que os diga, a mí me resultó cuanto menos refrescante buscar algo diferente para leer.

Los magos (The Magicians), escrito por Lev Grossman y publicado en España por Ediciones B. Los magos es la historia de Quentin Coldwater, un muchacho brillante pero descontento con su vida. Para empezar, el hecho de ser casi superdotado hace que sus estudios del instituto le resulten aburridísimos. Además, está enamorado de su mejor amiga quien, por desgracia para él, sale con su mejor amigo. Quentin vive en Nueva York y sus padres son afables pero distantes. Él crece obsesionado con el mundo de las novelas de Fillory, que son una recreación del Narnia de C. S. Lewis.
No sé si alguna vez habéis deseado que de verdad existan los magos al estilo de Harry Potter, y que un día recibáis un aviso diciéndoos que tenéis que estudiar en Hogwarts porque vosotros también lo sois. He de confesar que yo lo he hecho. Y Quentin también. De pronto descubre que lo que siempre había soñado se hace realidad, que tiene poderes mágicos y que debe estudiar su carrera de mago en la Universidad de Brakebills.
A partir de ahora no esperéis divertidos hechizos y amistades entrañables, porque Quentin se junta con un grupo de esnobs que no paran de beber y de vivir la vida loca y descubre, digámoslo así, el sexo, las drogas y el rock ‘n roll. Nos hallamos, por tanto, ante un Harry Potter no demasiado apto para el público infantil.
¿Lo peor de la novela? Que Quentin es demasiado quejica y nunca está contento por nada, lo cual, si os digo la verdad, acaba cansando. Chico, que eres joven, sano, rico, guapo y encima mago, estudias en una universidad que es una pasada y tienes un futuro prometedor y una novia maravillosa, ¡deja de llorar ya!
¿Lo mejor de la novela? Que la pluma de Lev Grossman es como la varita de un mago haciendo hechizos con las palabras, que las pruebas por las que tienen que pasar Quentin y sus compañeros de clase –como la de viajar hasta la Antártida- son emocionantes y que Fillory existe.
Ah, y que tiene bastante pinta de convertirse en una serie de libros, pues quedan muchos asuntos sin resolver al final.
Hermosas criaturas (Beautiful Creatures), por Kami Garcia y Margaret Stohl. Este libro forma parte de todos aquellos de cubierta negra y aspecto gótico que se han puesto tan de moda entre los adolescentes a raíz de los exitosos vampiros de Stephenie Meyer. De hecho, si os pasáis por la sección juvenil de cualquier librería os sorprenderá el hecho de que sus estanterías parecen las de una iglesia con sus misales, por culpa de la oscuridad de los volúmenes.
Además, fue la típica novela que me encontraba por todas partes: en supermercados, papelerías, tiendas abiertas las 24 horas… desde luego, la editorial (Espasa) ha hecho un excelente trabajo de distribución. Sin embargo, desde el primer momento sentí rechazo por el libro debido a que estaba escrito por dos personas, y tengo un montón de prejuicios con ese tipo de cosas: para mí las novelas deben estar escritas por solo un autor, la creación literaria es un acto solitario y me resulta artificiosa cuando se acomete en compañía.
En fin, acabé cayendo en las redes de esta historia tras varias recomendaciones insistentes y la verdad es que me he llevado una impresión favorable.
El protagonista es Ethan Wate, quien para nada es el tipo duro, frío y distante de las novelas de vampiros, sino un chico normal que ha perdido a su madre y sufre porque su padre se ha encerrado en su despacho, loco de la pena. Además, Ethan está muerto del asco en su pueblo sureño, lleno de convenciones hipócritas que le aburren a más no poder. Sus dos figuras maternas son Marian Ashcroft, bibliotecaria y mejor amiga de su madre y Amma, la empleada doméstica de su casa, que lleva toda la vida trabajando allí.
Si ya de por sí me gustó que hubiera representaciones femeninas tan fuertes, la sorpresa fue mayor cuando aparece en escena Lena Duchannes, la chica nueva del instituto que siempre tiene que haber en este tipo de libros y que nada tiene en común con Bella, de la saga Crepúsculo, lánguida y frágil, que lo deja absolutamente todo por un tío. Lena es, en Hermosas criaturas, la que tiene poderes y una personalidad compleja que Ethan, loco por ella, va desentrañando a lo largo de la historia, una historia que se remonta al pasado de las familias del pueblo y sobre todo a lo acontecido en la Guerra de Secesión.
Lo que más me ha gustado de la novela, además de que el papel de los personajes femeninos es –por fin- uno que puede servir de modelo de comportamiento a las chicas, es que los chavales también podrían intentar parecerse un poco más a Ethan, un muchacho apasionado por la lectura, deportista, sensible, cariñoso y que aspira a una vida mejor.
También me ha gustado el papel de los libros en la trama, que es fundamental –la biblioteca es un lugar mágico-. La novela está llena de alusiones literarias, como el hecho de que el tío de Lena sea como un personaje salido de Matar a un ruiseñor (Harper Lee). También me ha agradado el argumento histórico, pues te invita a aprender un poco más acerca de las poblaciones sureñas de Estados Unidos.
El defecto es que en ocasiones Hermosas criaturas se me ha hecho un poco larga. No por la cantidad de páginas –no me importa que las novelas sean muy extensas, es más, mis favoritas suelen ser larguísimas- sino porque a veces pueden pasan páginas y más páginas dando vueltas al mismo tema.
Por supuesto, las autoras ya están preparando el segundo libro de esta serie. Se va a llamar Beautiful Darkness (supongo que Hermosa oscuridad en español).
Little Brother, escrito por el autor de ciencia ficción Cory Doctorow. Como suelo acostumbrar a hacer con los libros en este idioma, he leído Little Brother en inglés y no sé si está ya publicado en castellano o si ha comprado los derechos alguna editorial. Lo he intentado buscar pero no lo encuentro. En fin, supongo que cuando lo traduzcan –han de hacerlo, sería una desgracia que quienes no entienden la lengua de Shakespeare se lo perdiesen- lo llamarán Pequeño hermano, pues es una clara alusión al Gran Hermano de la distopia 1984 de George Orwell (aunque lamentablemente ahora mismo lo del Gran Hermano nos suene más a telebasura que a otra cosa).
De los tres libros sobre los que he escrito hoy es, con creces, el que más me gusta. De hecho, me ha resultado apasionante. Cuenta la historia de Marcus, un adolescente de San Francisco a quien le apasiona la tecnología y se ha convertido en un poderoso hacker.
A lo largo de toda la novela, Marcus explica a los lectores todo tipo de curiosidades informáticas y creedme, yo no soy ninguna fan de los aparatitos, pero logra hacerlo de una forma tan interesante que te absorbe y te hace querer aprender programación y ser una infiltrada pirata navegando por redes ocultas.
Marcus y sus amigos –entre ellos otra hacker estupenda, una chica de origen coreano llamada Vanessa- se saltan un día de clase para participar en un juego de ordenador con una parte que tiene lugar en la calle, una especie de yincana cuyas pistas se dejan en la red y hacen que todos los jugadores recorran San Francisco en busca de los distintos tesoros. Es entonces cuando tiene lugar el atentado terrorista más grande de la historia de Estados Unidos, mucho peor que el 11 de septiembre, justo en esa ciudad. Al Qaeda vuela el Bay Bridge, uno de los puentes más largos del mundo y por el que circulan millones de coches constantemente. Los muertos son incontables.
Minutos después y sin motivo alguno, Marcus y sus amigos son detenidos y durante unos días, tratados por el ejército de su país como si fueran los culpables del atentado, a pesar de ser solo unos adolescentes. Los espeluznantes sucesos narrados en esas páginas recuerdan mucho a Guantánamo.
Cuando Marcus es liberado, descubre que San Francisco se ha convertido en un estado policial y que todos los ciudadanos son tratados como terroristas potenciales. Furioso por su detención y por la invasión de la privacidad que se está ejerciendo en todos los ámbitos, Marcus decide usar la tecnología para derrocar el nuevo régimen y volver a instaurar las libertades civiles.
Como habréis deducido, el libro toca temas muy actuales y denuncia la forma en que los gobiernos se enfrentan al terrorismo, así como el recorte de libertades y de privacidad impuesto a los ciudadanos y tan incompatible con la democracia. Todo ello en un lenguaje muy accesible, porque al fin y al cabo es una novela para jóvenes, pero al mismo tiempo con una pluma, bueno, mejor dicho tratándose de Cory Doctorow, con un teclado, soberbio.El otro día a mi mujer le hicieron una ecografía y resulta que vamos a tener una niña. No obstante, me alegro mucho de todos mis descubrimientos literarios.

martes, 3 de agosto de 2010

Calendario literario de agosto

¿Qué tal estáis pasando el verano? Espero que tengáis más tiempo para leer. Si buscáis algún título para llenar las horas estivales, no os olvidéis de consultar cualquier mes del calendario literario de La Letra Escarlata. ¡Hay para todos los gustos!

2 de agosto de 1942 – Nace la escritora chilena Isabel Allende, autora, entre muchos grandes libros, de su famosa novela de realismo mágico La casa de los espíritus.

3 de agosto de 1920 – Nace P.D. James (Phyllis Dorothy, por si alguien se lo pregunta). Escritora británica de novelas policíacas, fue funcionaria hasta que con cuarenta y pocos años publicó su primera novela. Conclusión para quienes hayan tirado la toalla de sus sueños: ¡nunca es tarde si la dicha es buena!

3 de agosto de 1954 – Muere Colette, novelista francesa nacida en 1873. Su marido, Henry Gauthier-Villars, firmaba novelas populares, muchas de ellas ni siquiera escritas por él sino por sus colaboradores, a quienes explotaba impunemente. Al descubrir las facultades literarias de su mujer, no dudó en animarla a escribir. La serie de novelas de Claudine, basada en los recuerdos escolares de Colette, fue firmada por él en un primer momento. Colette acabó divorciándose de su marido y empezó una época de liberación, actuando en el music-hall y teniendo relaciones con mujeres. Además, su escritura mejoró notablemente.

3 de agosto de 1964 – Muere Flannery O’Connor, considerada una de las mejores escritoras estadounidenses del siglo XX. Su reflejo de la sociedad sureña, sobre todo en sus cuentos, le han valido un reconocimiento universal.

6 de agosto de 1816 – Triste día para todos los austenianos, pues Jane Austen concluye Persuasión, que marca el fin de su carrera literaria. La gran escritora moriría menos de un año después y Persuasión se publicaría de forma póstuma.

6 de agosto de 1934 – Nace Diane di Prima, poeta neoyorquina. Conocida por su activismo revolucionario, fue una de las pocas mujeres beat conocidas (era un movimiento cultural muy machista), luego también hippie. Fue profesora y, además de escribir poemas, se atreve con la prosa, el teatro y la autobiografía. Publicó sus últimas memorias en 2001.

10 de agosto de 1912 – Interesante bodorrio: Virginia Stephen toma como esposo a Leonard Woolf y adopta el apellido con el que pasará a la eternidad como una de las mejores escritoras de todos los tiempos.

11 de agosto de 1897 – Nace Enid Blyton, prolífica escritora inglesa de literatura infantil. Personalmente, puedo afirmar sin que quepa ninguna duda que yo amo la literatura gracias a ella, y que sus libros de Los cinco llenaron mis horas de niñez con mucha más alegría que ninguna otra cosa. Son mi mejor recuerdo.

11 de agosto de 1937 – La expatriada Edith Wharton muere en Francia, dejando inconclusa su última novela, Las bucaneras. Esta autora, famosa por su novela La edad de la inocencia, procedía de una rica familia neoyorquina. Sus memorias, Una mirada atrás, son de recomendable lectura para quien quiera conocer el Nueva York decimonónico de la alta sociedad.

12 de agosto de 1880 – Nace en Inglaterra Radlyffe Hall, autora del clásico de literatura lesbiana El pozo de la soledad, que causó un gran escándalo y fue sometido a juicios tanto en Reino Unido como en Estados Unidos. Tras heredar la fortuna de su padre, pudo convertirse en una mujer independiente y viajar así por el mundo, llevando una vida abiertamente lesbiana.

13 de agosto de 1818 – Nace la feminista y abolicionista estadounidense Lucy Stone, quien junto con otras importantes activistas como Elizabeth Cady Stanton o Susan B. Anthony, luchó por los derechos de las mujeres y de las y los negros.

13 de agosto de 1946 – Muere H. G. Wells, uno de los pioneros en el género literario de la ciencia-ficción. Fue toda su vida un militante izquierdista y de hecho su novela La máquina del tiempo trata de la lucha de clases. En otra de sus novelas, Ana Verónica, de 1909, critica la rigidez victoriana y el imperialismo británico, desde una perspectiva bastante feminista. Otras novelas conocidas son La isla del doctor Moreau y La guerra de los mundos.

17 de agosto de 1945 – Se publica Rebelión en la granja de George Orwell, una novela satírica en la que un grupo de animales logra expulsar a los seres humanos de su granja para comenzar un nuevo sistema político que acaba convirtiéndose en una tiranía brutal. Es una metáfora de la corrupción del socialismo soviético de la época de Stalin, pero puede leerse como símbolo de la corrupción que engendra el poder, venga éste del bando que venga.

18 de agosto de 1981 – Muere Anita Loos, guionista, dramaturga y novelista norteamericana conocida por su novela Los caballeros las prefieren rubias (1925), posteriormente convertida en una famosa película. Nacida en 1888, Loos tuvo una vida larga y fructífera en cuanto a escritos.

19 de agosto de 1936 – Federico García Lorca es asesinado por los fascistas debido a su antifranquismo y a su homosexualidad. Tenía tan solo 38 años.

21 de agosto de 1762 – Muere Lady Mary Wortley Montagu, aristócrata viajera y escritora británica, autora de una ingente correspondencia considerada de gran valor literario e histórico.