miércoles, 4 de febrero de 2009

La solución contra la crisis

La base de cualquier estado es la educación de sus jóvenes (Diógenes Laercio)

La solución contra la crisis es la educación. Las medidas a corto plazo, sobre todo si consisten en ayudar a quienes han causado esta crisis por su codicia y su hipocresía, no sirven de mucho. En cambio, una inversión –de dinero, sí, pero también de tiempo y de ganas- en educación es una medida que dará sus frutos a largo plazo, pero estos serán duraderos y otorgarán un orden y una justicia al mundo hasta ahora desconocidos.

La educación de la que hablo comienza en las escuelas infantiles públicas. No las llamemos guarderías, por favor, los niños no son objetos que se guardan, van a esos centros a aprender, a ser estimulados en todas sus facetas por profesionales, a convivir.

En Madrid, claro está, tenemos el caso de un gobierno presidido por la codiciosa Esperanza Aguirre y con un alcalde altivo y ambicioso llamado Alberto Ruiz Gallardón. A ninguno de los dos les interesa la gente de Madrid ni lo más mínimo, tan solo el poder y que nadie les rechiste. Gallardón está obsesionado por pasar a la historia y solo se preocupa de construir túneles y de convertir Madrid en una ciudad olímpica de la que solo se beneficiarían los de siempre. Aguirre en estos momentos está envuelta en una trama de espionaje que es para que se le caiga la cara de vergüenza.  Y claro, entre todo esto, cómo les iban a interesar nuestros pequeñitos. El recorte en la educación pública es realmente triste. La calidad de las escuelas infantiles no se puede mantener con el poco dinero que reciben y el número de niños por clase ha aumentado considerablemente.

En Madrid se está intentando privatizar la educación, lo mismo que la sanidad.

Se abren colegios públicos con el dinero de los contribuyentes y luego, por la espalda y de forma rastrera, se privatizan.

Con nuestro dinero financiamos colegios concertados religiosos y militares. ¿Pero dónde se ha visto esto? No debemos permitirlo.

Y es que la educación continúa en la escuela primaria, en la secundaria y en el bachillerato. Y para que sea una educación válida los centros públicos deben ser aconfesionales (que sus padres les lleven a sus iglesias a aprender religión si quieren), los estudiantes deben recibir educación para la ciudadanía (para aprender a respetar, para conocer sus derechos y obligaciones, para saber lo que es un condón, una violación o la violencia machista, para convertirse en personas críticas y solidarias) y recibir una enseñanza de calidad en idiomas, humanidades, ciencias, educación física y plástica. No importa cuánto dinero se invierta en ello, de allí sale el futuro.

Debemos, pues, apoyar las huelgas que hacen las y los profesionales de educación infantil, primaria y secundaria, pues lo único que persiguen es una mayor calidad para nuestros niños, niñas y jóvenes. ¿Qué hay que sea más importante?

Los recortes y las ansias de privatizar han llegado a las universidades, y dentro de poco (ya está empezando a suceder) serán los bancos los que decidan a quién se les dan las becas. La universidad pública tiene grandes profesionales pero también tiene funcionarios a quienes habría que expulsar de la enseñanza superior.

Estoy hablando de muchísimos casos que conozco, de profesores y catedráticos que ni siquiera dan sus clases sino que ponen al becario de turno a hacer su trabajo por ellos. Que tienen a esos becarios haciéndoles fotocopias y cafés durante años hasta que ellos se jubilan y el becario en cuestión puede ocupar su puesto y explotar a su vez a otro becario. Profesores que llevan dando la misma materia durante décadas sin investigar las novedades y los avances que haya podido haber en ella, sin buscar nuevas perspectivas ni fomentar la participación en clase. Profesores que no se saben ni el nombre de sus alumnos. Como digo, en la universidad pública hay profesionales como la copa de un pino, pero de estos de los que os hablo levantas una piedra y encuentras cientos. ¿Quién, si ha estudiado en la universidad, no ha tenido más de uno o una? Qué triste y qué indignante.

Así que, en cuanto a la enseñanza pública, esto es lo que tengo que decir, aunque la cosa daría para mucho más (los comentarios están abiertos a todas vuestras opiniones).

Además, las ciudades deberían fomentar al máximo los talleres literarios, de baile, de arte, los centros de yoga, los polideportivos, los museos, los centros cívicos con un montón de actividades interesantes, los conciertos, los voluntariados, el teatro, las excursiones, el carril bici… todo ello gratuito o a un precio asequible para que existan otras opciones, durante el día y durante la noche, además del botellón y del consumismo compulsivo en los centros comerciales.

Tal vez todo lo que he escrito suena muy obvio, pero si queremos que se acabe la crisis, necesitamos una nueva generación de personas con otro código de valores que el que tienen los que ahora llevan el mundo con simbolitos de dólar (o de euro, me da igual) en los ojos, descendientes directos del tío Gilito.

11 comentarios:

Morgana dijo...

No tan obvio, Hester, no tan obvio... ojalá lo fuera. Absolutamente de acuerdo con todo lo que has dicho.

farala dijo...

Estoy con Morgana, Hester, no es tan obvio... va a haber en madrid manifestaciones de la escuela pública y allí estaremos. La crisis de la que hablas en esta ocasión no es tanto económica, sino de valores, y es terrible.

Anónimo dijo...

Eso es precisamente lo que quería decir. Que la crisis económica es consecuencia de una falta de valores que han hecho que la codicia y el ansia de poder imperen sobre lo social. Por eso necesitamos una inversión -como digo, no solo económica sino también de esfuerzo, de tiempo, de ideas y de ganas- en lo educativo. Besos a ambas y gracias por leer La Letra Escarlata.

Soledad dijo...

No sé si lo que dices es obvio o no, lo que si puedo asegurarte es que es básico. Si no formamos a nuestros niños (lo mismo ocurre en América Latina, y más profundamente en mi Argentina) ¿a dónde vamoa a terminar? Si no les damos más opciones que la Tv o las compras (o el deseo de ellas cuando el dinero no alcanza)...¿qué será de ellos y de todos nosotros en el futuro?. Es lamentable.

Olga dijo...

Muy acertada, como siempre, Hester. Yo dejé la enseñanza por ser una actividad insoportable en demasiados aspectos. Y eso que dar clases era lo que más me gustaba hacer... Cuando se empiece a tratar a los profes como personas y a la enseñanza como se protege al medio ambiente, empezaremos a hablar de un futuro. Mientras tanto... no.
Besossss

Anónimo dijo...

Me ha encantado leer tu entrada y esta extensa reflexión crítica con generosa aportación de datos, que describen el lamentable panorama de lxs nacidxs bajo el signo docente, como también es mi caso.
En fin, sobran las palabras y falta la concienciación suficiente en nuestra sociedad para que empiece a darse ese giro de 360º capaz de mejorar nuestro estado educativo y de ánimo.
Gracias por aportar más luz en este mar de oscuridades!!!

Mármara dijo...

Después de la que tenemos en nuestros respectivos blogs,Farala, Marigel y yo, sólo me queda decir: amén, y así sea.
Porque, es que si me lanzo no tengo parada, y como lo has exlicado tú tan bien, mejor no me (re)caliento.

Anónimo dijo...

Los servicioa públicos se han convertido en el “negocio público”, y la administración que los debiera gestionar en una de la empresas más rentables para la clase política, que lejos de defender los derechos de los ciudadanos, defiende los suyos como “gestores” de esta inmensa empresa productora de beneficios para ellos mismos. Se privatiza porque da dinero, se crean empresas públicas que escapan al control de la administración y funcionan como verdaderos “cortijos”. El interés de los ciudadanos desaparece bajo palabras como gestión, beneficios, y otra serie de “valores” que son los que aparecen representado en los que llamas descendientes del Tío Gilito.

Ico dijo...

También la escuela produce cada vez más fracaso escolar.. que es fracaso de todos..porque cada vez hay menos medios en un mundo cambiante, a los políticos importa poco la educación, por eso cada vez invierte menos dinero en ella. Interesa gente poco crítica e ignorante.Se ha recortadoo presupuesto, al menos en mi comunidad, Canarias, en educación y en proyectos especiales para gente con mayor dificultad. ¿ Fracaso de quién?

Anastàsia dijo...

Cuánta razón....
Mis hijo hace tercero de primaria . No lo apunté a religión pensando que haría educación para la ciudadanía,ética o algo parecido y resulta que en esa hora ...NO HACEN NADA!!!!
Increible!

Hester Prynne dijo...

Pues sí que es increíble, Anastàsia... cuando yo iba al cole era igual, los que no hacían religión tenían hora libre. Es realmente vergonzoso.