Todos somos iguales ante la ley, pero no ante los encargados de aplicarla (Stanislaw J. Lec)
Empiezo con este post una serie de casos de violencia de género que me gustaría plasmar en el blog para que nunca caigan en el olvido y sobre todo para que los nombres de los agresores se vean bien grandes.
A mucha gente aún le suena el “caso Nevenka”, que conmocionó a España en 2001 y que el periodista y escritor Juan José Millás relató de forma magistral en su libro Hay algo que no es como me dicen (Aguilar, Madrid, 2004).
Para poner en antecedentes a quien no sepa de lo que hablo, Nevenka Fernández era la concejala de Hacienda y Comercio del ayuntamiento de Ponferrada. En marzo de 2001 denunció al alcalde de esta localidad, Ismael Álvarez, por acoso (todos los terribles detalles de la denuncia se encuentran en el citado estudio de Millás). Pese a todos los indicios de culpabilidad, el PP, su partido, apoyó en todo momento al alcalde, así como mucha otra gente, humillando en los medios públicos a la joven concejala, quien dijo en un comunicado, devastada pero con la cabeza bien alta: Tengo 26 años… y dignidad. Escribe Millás:
[Nevenka] Había sido víctima de su propia cultura, una cultura machista, misógina, brutal en muchos aspectos. De hecho, cuando Ismael Álvarez perdió el juicio y se vio obligado a dimitir, Ana Botella, una de las mujeres más influyentes del Partido Popular, había alabado la actitud “impecable” del acosador sin tener una sola palabra de solidaridad hacia la víctima.
Nevenka, pues, había sido “uno de ellos” hasta que “ellos” empezaron a producirle horror (y ya veremos el tamaño de ese horror). A lo largo de ese proceso de extrañamiento se convirtió en un monstruo para los suyos, pero también para sí misma, pues no había contado con una cultura de recambio que la acogiera para curarle las heridas. En cierto modo al denunciar el caso, había renunciado a su identidad sin tener otra de repuesto.
A Nevenka se la culpabilizó desde el primer momento. Sirva el ejemplo del fiscal José Luis García Ancos, quien llegó a preguntarle en el juicio: ¿Por qué usted, que no es una empleada de Hipercor que le tocan el trasero y que tiene que aguantar por el pan de sus hijos, por qué usted aguantó? ¿Cuántas veces habremos oído semejante acusación, ese ¿y tú por qué no hiciste nada? que se le dice a las víctimas? Víctimas a quienes lo primero que se les hace es paralizarlas, aniquilar su identidad y su voluntad para poder después machacarlas y vejarlas. Este tipo de críticas del estilo de no se puede ir con esas minifaldas o si no estuviera tan buena, están a la orden del día…
Según Wikipedia, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León consideró probadas las acusaciones de Nevenka Fernández a Ismael Álvarez, condenando a este a una multa de nueve meses a razón de 24 euros por cada día (es decir, 6480 euros), a una indemnización de 12.000 euros, a un año de prisión (que no cumplió por carecer de antecedentes), así como a la inhabilitación para ocupar cargos públicos. Una sentencia bastante light, creo yo, para un agresor machista.
Porque claro, el “caso Nevenka” se vio como paradigma de lo que se conoce como mobbing (acoso laboral), y es cierto que hubo mobbing, pero también existió violencia de género, mucha, y hasta que no llamemos a las cosas por su nombre, no podremos luchar contra ellas.
Y luego está lo de llamar a este caso, el “caso Nevenka”. ¿Por qué no el “caso Ismael Álvarez”? Así, mucha gente recuerda el nombre de la víctima, pero no el del agresor, con lo cual este puede seguir presentándose ante el mundo con la plena consciencia de que todo se olvidará y podrá seguir su vida sin que le reconozcan en cada esquina, lo contrario que le sucederá a su víctima… A partir de ahora llamémosle el “caso Ismael Álvarez”, ¿os parece?
Ismael Álvarez, para que le saludéis si os lo encontráis por ahí
5 comentarios:
Hola!! Me encanta pasarme por tu blog, es un auténtico placer. Y sobre todo quería decir cuán importante es que haya voces que denuncien estas injusticias, olvidadas porque los de siempre se miran el ombligo.
Seguiré leyéndote encantada. Gracias!!
su
Muy bueno el post, Hester. El libro de Millás es muy bueno, explica estupendamente todo el proceso que puede sufrir una acosada. La violencia de género es una lacra y la educación debería ser un motor de cambio eficaz para luchar contra ella, en fin, sigamos visibilizando todos los casos y no dejando que ninguno quede en el olvido.
Ostras!!! qué buena iniciativa utilizar el nombre del agresor, en lugar del de la víctima!!!
Ya que los grandes medios no lo hacen , hagámoslo nosotras!!! Ya que ellos le han jodido la vida a sus víctimas , ¿porqué no hacerlo nosotras a ellos, aunque sea un poquito?.
Y de paso también podríamos mostrar el nombre de los jueces que dictan sentencias que denigran a la mujer como el caso de la minifalda y tantos ....
Menudo trabajón vas a tener, con tu nueva temática. Cada día hay más casos!
Lo más horroroso es que todavía hay muchos que siguen convencidos, como dijo Ismael Álvarez al conocer la sentencia, de que "las mujeres están sobreprotegidas hoy en día". ¡Tomaaaa! Al final (y ojo, NO me gusta la idea), se creará un grupo violento ilegal de mujeres que agredan a los agresores impunes. Hay camino por andar, sisters, ¡vaya que sí!
Besos.
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