martes, 20 de enero de 2009

Laura Welch

No creo que tenga que hablar de estos temas con mi marido (Laura Bush)

Por muy malo que sea el día 20 de enero, nadie nos quita que Bush se marcha por fin de la Casa Blanca. El mundo entero está de celebración porque ese inepto peligroso se larga por donde ha venido. Ha sido como un tornado que arrasa cuanto encuentra por su camino. De pronto llega la calma, los pajaritos vuelven a cantar, nos remangamos y nos enfrentamos a los desperfectos.

Pero hoy no quiero hablar de ese pijo paleto, ya lo harán muchos otros, prefiero hablar de una mujer discreta y misteriosa que también está haciendo las maletas: su mujer, Laura Bush.

Os seré sincera, Laura Bush no me cae mal, no puedo evitarlo, lo he intentado pero no me cae mal. Es más, le tengo simpatía aunque no comprenda su opción matrimonial (y sobre todo, su permanencia en tal matrimonio). Supongo que, por una parte, nos une ese amor a los libros que ella también ha sentido desde niña. Voraz lectora, fue bibliotecaria y ha dedicado la mayor parte de su trayectoria como Primera Dama a inculcar la afición a la lectura a los niños y niñas de su país, viajando a todos los estados y dedicándose en cuerpo y alma a importantes campañas de alfabetización infantil y de adultos. Fue ella quien estableció el National Book Festival en 2001, que se ha convertido en uno de los festivales literarios más importantes de Estados Unidos, atrayendo a miles de personas (alrededor de 120.000 en 2007) y con invitados como Salman Rushdie, Sue Grafton o John Irving.

Además de esto, su estancia en la Casa Blanca ha estado marcada por sus iniciativas en temas de salud (sobre todo con respecto al cáncer de mama, el SIDA y la malaria en el mundo) y de educación.

Otra cosa que me atrae de Laura Bush es ese tinte trágico que adquirió su vida –y que la marcó para siempre, estoy segura, aunque apenas ha hablado sobre ello- cuando, a los 17 años de edad, se saltó un stop con el coche y se chocó contra otro vehículo cuyo conductor murió en el acto. Dicho conductor era el chico de su clase que le gustaba, Michael. Terrible, ¿verdad?

Laura Bush no se ha mostrado en contra ni del aborto ni del matrimonio homosexual, tal y como lo ha hecho su marido, aunque tampoco ha declarado estar abiertamente a favor... es la ambigüedad de la gente que no se quiere mojar.

¿Cómo puede una mujer que supuestamente está tan implicada en los derechos civiles, que ha viajado por todo el mundo y que parece ser tan sensible en muchas cuestiones, estar casada con alguien como George Bush? ¿Cómo ha sido capaz de asistir impasible a las guerras que este hombre ha empezado y nos deja sin terminar? No lo entiendo, no lo entiendo.

Curtis Sittenfeld, autora estadounidense poco conocida en España pero que se cuenta entre mis favoritas, publicó en 2008 una novela llamada American Wife en la que ficcionaliza la vida de Laura Bush: su infancia y adolescencia provincianas, el accidente de coche que marca toda su vida y en el que no deja de pensar un solo día, el noviazgo y el matrimonio con el futuro presidente de Estados Unidos, sus amistades, su maternidad, su amor por los libros y su estancia en la Casa Blanca. El trabajo de Sittenfeld, demócrata hasta las trancas, resulta cuanto menos magistral, pues humaniza a esta mujer de hielo y la convierte en una persona con una vida muy rica que se ve enturbiada por los remordimientos, no ante sus actos sino ante los de su pareja, a quien sin embargo ama y con la que a pesar de todo decide quedarse.

Mi incomprensión ante esta mujer contradictoria y mi indignación mezclada con aplausos ante las campañas que ha llevado a cabo durante su “reinado” hacen que no me apetezca juzgarla, sino que probablemente me tomaría un café con ella si pudiese hacerlo. Y no pararía de hacerle preguntas, no pararía.

¿Por qué estoy tan convencida de que no le da ninguna pena marcharse de la Casa Blanca?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, me alegro de leerte. Solo quedan dos opciones:
Una, la escritora que comentas,recibe una buena donación por edulcorar la imagen del presidente a través de su esposa.
dos, esta parejade explica cómo el matrimonio a veces se conforman por dos mundos que viven en esferas opuestas e irreconciliable lo que no les impide, a pesar e esto amarse.

Anónimo dijo...

Prefiero creer que se trata de la segunda opción, pues la primera me llenaría de tristeza. De todas formas, Sittenfeld no deja muy bien parada a la Laura Bush ficcionalizada, más bien la retrata con sus contradicciones, como todo ser humano, con sus grandes virtudes y sus terribles defectos. Eso es lo que me gusta de esta falsa autobiografía.
ico, muchísimas gracias por tus -siempre- interesantes comentarios y un beso.

dintel dijo...

Siempre aprendo contigo y me encanta.

farala dijo...

pues te tengo que agradecer que me hayas ayudado a no juzgar a esta mujer por su marido que es lo que siempre he hecho. Ciertamente, es una mujer con su propia autonomía, gustos, deseos y penas, y como tal debería haberla visto y aprendido a mirarla como mujer, no solo como "señora de". Mil gracias.

Olga dijo...

Como siempre, acertadísima, Hester. Como farala, te agradezco esa aproximación "desBushizada" de Laura Welch. Seguramente estará encantada de salir de la Casa Blanca, y no descartemos, ahora que ya no es tan relevante para la Nación, que en un plazo prudente salga también de la vida de George W. Bush...
Besos.