viernes, 21 de agosto de 2009

Operación "Viento primaveral"

El mundo no está amenazado por las malas personas sino por aquellos que permiten la maldad (Albert Einstein)

Soy una lectora más bien lenta, pues degusto los libros despacio, leyendo y releyendo los párrafos que me fascinan, deteniéndome a pensar sobre ellos y volviendo atrás para comprender los cabos sueltos. En mi mesilla de noche se van apilando los libros que poquito a poco voy desgranando, y si logro terminar tantos de ellos se debe más a mi constancia y al tiempo sagrado que robo a mi sueño que a la velocidad de lectura, lo prometo. Por la noche, con la bruja durmiendo a mi lado, las horas pasan en mi despertador y las ventanas de los edificios contiguos van apagándose mientras yo paso las páginas alternando suspiros y bostezos.

Sin embargo, de cuando en cuando aparecen libros que te atrapan y que convierten la vida cotidiana en una interrupción de tu lectura, y estos los devoro en cuestión de días. En mi caso, no quiere decir que sean los mejores literariamente hablando, pues muchas veces me paso meses hasta que termino una novela que amo, disfrutando de la admiración y de la hipnosis de sus palabras. Se trata de la combinación entre una trama que engancha, la fluidez de los diálogos y unos cuantos personajes la mar de interesantes.

Este fenómeno suele sucederme en verano, época que para mí no es sinónimo de vacaciones, pues la suelo pasar casi entera trabajando para que las editoriales tengan mis escritos y traducciones a principios de septiembre de modo que puedan vender tal o cual libro en Navidad. No obstante, el rato de siesta con el viejo ventilador removiendo el aire caliente, los escasos días en los que puedo escapar a la playa, las horas arrancadas al ordenador, todos esos momentos libres parecen más justificados que en invierno, cuando tengo siempre en la cabeza el ronroneo de los plazos de entrega y los deberíaestarhaciendo.

Si el año pasado fue la última entrega de la saga vampírica de Stephenie Meyer, esta pegajosa semana ha sido un libro que me ha dejado mi hermana, La llave de Sarah (Sarah’s Key), por Tatiana de Rosnay, una escritora mitad francesa, mitad británica, que siempre había escrito en francés y que debuta con su primera novela en lengua inglesa.

La llave de Sarah tiene ciertos elementos que lo convierten en un libro interesante. Uno de ellos es un piso de la parisina rue de Saintonge, otro personaje más. Me encantan los libros que tienen casas que son personajes. Por ejemplo, mi novela favorita, Jane Eyre, tiene la mansión de Thornfield. Rebecca tiene Manderley. Y podría seguir enumerando, pero me desviaría demasiado del tema. El otro es la angustia que prevalece tanto en los personajes como en el lector a lo largo de casi todo el libro, hasta que averiguamos la suerte que ha corrido el pequeño Michel. Y es que podría decirse que la angustia también es un personaje.

La novela trata de una periodista norteamericana afincada en París, Julia, que investiga la redada del Vel’ d’Hiv de París en 1942.

El Vel’ d’Hiv, abreviatura de Vélodrome d’Hiver, era un estadio deportivo de París en el que fueron encerrados más de la mitad de los 12.884 judíos (4.051 niños, 5.802 mujeres y 3.031 hombres) que fueron arrestados en la redada de la noche del 16 de julio de 1942. Permanecieron en el Vel’ d’Hiv durante cinco días sin comida ni agua, sin cuartos de baño ni camas. Las condiciones sanitarias hicieron que muchos de ellos enfermasen o muriesen (especialmente los bebés y las embarazadas) y que otros se suicidasen allí mismo, delante de todo el mundo. De allí, los judíos fueron conducidos a los campos de concentración de Drancy, Beaune-la-Rolande y Pithiviers, antes de ser finalmente deportados a campos de exterminio alemanes como el infame Auschwitz. Del Vel’ d’Hiv y de los campos de concentración franceses escapó un número indeterminado de personas, no muchas. Todos los deportados a los campos de exterminio fueron asesinados.

Lo más escalofriante de todo esto es que la redada del 16 de julio de 1942 no fue llevada a cabo por los nazis, sino por los propios policías franceses, bajo las órdenes del gobierno colaboracionista del mariscal Pétain. 9.000 policías y gendarmes parisinos tomaron parte en ella. ¿Cómo pudieron dormir por las noches, cómo pudieron seguir viviendo después de hacer lo que hicieron?

Siempre he admirado la forma en que los judíos han reclamado su historia y han recuperado su memoria para que nadie olvide los crímenes cometidos por los nazis contra ellos (y contra otra gente como homosexuales y gitanos, por ejemplo). Además de lo que está ocurriendo ahora en Palestina y de muchos otras guerras crueles y abusos terribles, la barbarie hitleriana fue uno de los episodios más negros de la historia de la humanidad y han hecho un gran trabajo de memoria histórica que como feminista y como lesbiana me gustaría imitar. Sin embargo, pocas personas conocen la redada del Vel’ d’Hiv, el trato inhumano de los judíos franceses y la complicidad de la policía francesa con todo ello. En ese sentido, la autora Tatiana de Rosnay ha conseguido acercar este terrible hecho histórico a mucha gente. Por cierto, que buscando en Internet información sobre el asunto me he enterado de que la escritora Juana Salabert también ha escrito una novela –en español- sobre el tema, Velódromo de Invierno, premio Biblioteca Breve en 2001. Habrá que leerlo.

Retomando el argumento de La llave de Sarah, la periodista Julia se horroriza al descubrir todo lo sucedido en la redada de 1942. Y da la casualidad de que el apartamento perteneciente a la familia de su marido era de una de las familias detenidas aquella noche. Muchos porteros de fincas colaboraron con la policía y les revelaron en qué pisos vivían familias judías. Después avisaban a sus amigos de que tal o cual piso había quedado vacío y se alquilaba muy barato. Así fue que la familia de Bertrand, el marido de Julia, fue a parar en el piso de rue de Saintonge.

La historia de Julia se alterna –y acaba mezclándose- con la de Sarah, la niña judía que vivía con sus padres y su hermano Michel en el piso de rue de Saintonge donde fueron arrestados y conducidos al Vel’ d’Hiv. En su inocencia, la pequeña Sarah piensa que podrán regresar a casa más tarde, por lo que esconde a su hermanito Michel, de cuatro años, en un armario y le dice que volverá a por él, guardándose la llave del armario en su bolsillo.

El sentimiento de culpabilidad de Sarah al darse cuenta de que su hermano podría morir en el armario, su odisea para escapar e intentar regresar al piso de París donde éste la espera, y esa llave a la que se aferra, sacarán a relucir lo mejor y lo peor de las personas. La llave de Sarah es también una metáfora de la llave del conocimiento, pues todos los personajes de la novela acaban aprendiendo muchas cosas sobre sí mismos y sobre sus antepasados.

Redada. Judíos conducidos a los autobuses con destino a Vel' d'Hiv.
Interior del Vel' d'Hiv durante los días en que las familias judías permanecieron allí.

8 comentarios:

Candela dijo...

Héster, no sabes cuánto he disfrutado de la lectura de este post y acabo de prometerme que lo siguiente que voy a leer es ese libro, pero ya.

No tengo tiempo para leer ahora. Trabajo toda la noche y me acuesto cuando el mundo se levanta. Tengo en la mesita el libro "Lesbianas, discursos y representaciones". Lo abro cada día, leo un par de párrafos y vuelvo a dejarlo porque estoy agotada.

Para aguantar media hora de lectura necesito "una historia" que me enganche. No estoy para ensayos.

Hester Prynne dijo...

Pues nada, Candela, este libro engancha un montón, ya verás... el de "Lesbianas, discursos y representaciones" es buenísimo también, pero como tú, lo voy leyendo poquito a poco, cuando "estoy para ensayos". Hay un momento para todo. ¡Besos grandes!

Ave dijo...

Ahora mismo se me caen las lágrimas. Conocía la historia, no así todos estos libros maravillosos que nos traes y cuentas y que habrá que leer. Para mí todo se resume en una palabra: la memoria. Siempre la memoria. Qué preciosidad, Hester.

Apate dijo...

Ignominioso, lo ocurrido en la década de los 40 a los judíos en Europa-no sólo en Alemania-; nunca dejó de preguntarme todo lo que perdimos con su muerte, de entre los que escaparon de un centro de internamiento francés (Gurs) estaba Hannah Arendt, de entre los que sobrevivieron los campos de exterminio estaba Victor Frankl...
¿Cuántas voces fueron acalladas?; sin lugar a dudas a veces las víctimas se convierten en verdugos...
"Los amigos nos encierran en campos de internamiento y los enemigos en campos de exterminio."
Hannah Arendt

dintel dijo...

Me gusta mucho el título y lo que representa. ¡Con lo difícil que me parece elegir los títulos!

MujeresNet.Info dijo...

Hola! Te dejo mis saludos y un abrazo.
Elsa

Candela dijo...

Ya no sé si mirarás los mensajes de esta entrada, pero...

¡HOY ME HA LLEGADO MI LIBROOOO!
Ya tengo "La llave de Sarah" en mi mesita de noche, esperándome. Le he dado un vistazo y tiene una pinta estupenda.

Un beso.

Hester Prynne dijo...

Siempre leo los comentarios, aunque sea en entradas antiguas, así que no dudéis en dejarlos.
¡Qué bien, Candela! Pues ya me contarás lo que te ha parecido.
Literariamente, opino que deja alguna cosilla que desear, aunque no está mal, pero a mí lo que es la historia me impactó.