martes, 6 de abril de 2010

La vida inmortal de Henrietta Lacks

A lo largo de la historia, Anónimo suele haber sido una mujer (Virginia Woolf)

Esta es la increíble vida (o mejor dicho, muerte) de Henrietta Lacks, a quien la comunidad científica conoce como HeLa. Una historia que viene muy a cuento ahora que todo el mundo habla de la reforma sanitaria de Obama y que trata, como suele ser habitual, de una mujer que ha desenterrado a otra mujer.
Henrietta fue una mujer negra que nació en el estado de Virginia en 1920. Madre de cinco hijos y sin recursos, a principios de la década de los cincuenta le fue diagnosticado un cáncer cervical del que se trató en el ala para gente de color del hospital Johns Hopkins. Sin su conocimiento ni permiso, los médicos le extrajeron células de su carcinoma para realizar investigaciones con ellas. Al poco tiempo y con solo 31 años, Henrietta murió.
Sus células fueron entregadas al investigador George Gey, quien descubrió que estas hacían algo que nunca antes habían hecho las células de ninguna otra persona: se mantenían vivas y podían ser cultivadas, congeladas y repartidas entre la comunidad científica. Gey las llamó HeLa (por las iniciales de Henrietta Lacks) y se convirtieron en las primeras células humanas cultivables en laboratorio que eran inmortales, es decir, que no morían tras dividirse (perdonad si no me explico muy bien, no sé mucho de medicina así que si alguien quiere hacerme alguna corrección lo agradeceré mucho). Su nombre, claro está, hizo que su portadora fuera olvidada. Las células de Henrietta pudieron, pues, emplearse en muchos experimentos y fueron trascendentales para un montón de avances médicos y biológicos. Por ejemplo, fueron empleadas por Jonas Salk para desarrollar la vacuna de la poliomielitis.
No obstante, los familiares de Henrietta Lacks no fueron informados de todo esto y ni siquiera en la actualidad pueden beneficiarse de los avances médicos que posibilitaron las células de su madre y abuela a causa de carecer de un seguro. Como muchas otras mujeres, Lacks ha permanecido en el anonimato hasta que la autora Rebecca Skloot ha escrito un libro sobre ella, The Immortal Life of Henrietta Lacks, un apasionante combinado de cáncer, racismo, ética y pobreza que resulta tan adictivo como una novela. Skloot también ha creado la Fundación Henrietta Lacks, una organización sin ánimo de lucro a la cual dona una parte de los beneficios de su libro, todo un best-seller en Estados Unidos. La misión de dicha fundación es proporcionar ayuda para pagar un seguro médico a los descendientes de Lacks, quien fue una cultivadora de tabaco pobre, así como becas a los afroamericanos que quieran estudiar alguna carrera relacionada con la ciencia en general o con la medicina en concreto.
Lo que decía al principio, mujeres desenterrando mujeres, como siempre.
Si quieres profundizar más:
Para ver fotos de las células de Henrietta Lacks, haz clic
aquí.
Para ver un documental de aproximadamente una hora de duración, en inglés, sobre el tema, haz clic
aquí.
Para ver un mapa de la evolución de las células de Lacks, haz clic
aquí.
Otras visiones (en español) sobre el tema:
Diario
Público
Blog Resolviendo la incógnita
Blog Ethos&Technos

10 comentarios:

Ave dijo...

Fascinante, no conocía la historia y ese libro tiene una pinta estupenda, Hester. ¡Gracias!

kali dijo...

A punto estuve yo de escribir un post sobre esta alucinante historia.

Respondiendo a tu cuestión, las células "normales" sólo pueden dividirse un número determinado de veces antes de degenerar y perder esa capacidad de replicación. En cambio, las HeLa se denominan inmortales porque pueden dividirse un número infinito de veces en determinadas condiciones. Tanto es así que hoy en día el peso de las células del tumor de Henrietta Lacks repartida por el mundo, supera con creces el peso en vida de esta mujer.

Hester Prynne dijo...

¡Muchísimas gracias, Kali! Ahora lo entiendo. UN BESO

Meiga dijo...

Gracias por el post Hester, yo tampoco conocía la historia de esta gran mujer.

Desde luego, muchas de las cosas que existen hoy en día en el mundo se las debemos a mujeres como esta...y lo peor es que ni lo sabemos porque el hombre siempre ha tendido a esconder estas historias. Que injusto.

Siempre me he sentido orgullosa de ser mujer, pero cuando descubro historias como esta, todavía lo siento más.

Un beso!!!

Estela Rengel dijo...

Muchas gracias por haberme descubierto esta historia, no la conocía y ahora tengo muchísima curiosidad... A ver si puedo encontrar el libro en castellano o algo.

Un saludo.

Anabel Rodríguez dijo...

Me parece muy interesante, pero creo que aunque fuera sin su consentimiento el científico George Gey hizo algo fabuloso por todos nosotros. Tal vez sea la historia de una mujer que desentierra a un hombre que nunca enterró a otra mujer. O tal vez quede fuera del ámbito masculino y femenino. De todas formas es una historia fascinante.
Saludos

dintel dijo...

Interesantísimo!

PATSY SCOTT dijo...

interesantísimo, el libro tiene una pinta estupenda. lo leeré en cuanto pueda. Gracias Hester.

Anónimo dijo...

Sabeis si esta disponible en castellano ?

Anónimo dijo...

George Gey hizo algo fabuloso por todos nosotros