martes, 28 de septiembre de 2010

Daniel Quilp en el hermoso mundo

(Todavía no ha nacido, por si alguien se lo está preguntando… es martes 28, aún no han dado las nueve de la mañana. Un día muy bonito para venir al mundo, ¿quién sabe? Será cuando mi hija quiera, que para eso es su vida. Yo mientras tanto, le doy a las uñas y a la literatura.)

Hay grandes personas que hacen a todas las demás sentirse pequeñas. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todas se sientan grandes (Charles Dickens).

The Old Curiosity Shop es una novela del inimitable Charles Dickens publicada por entregas entre 1840 y 1841, y que en castellano se ha traducido de diversas formas (y muchas veces con pésimas traducciones, así que cuidado si lo leéis en español, buscad una moderna): La tienda de antigüedades, El almacén de antigüedades, El pequeño gabinete de antigüedades, La tienda de curiosidades… Las curiosity shops o shops of odds and ends eran tiendas en las que se vendían todo tipo de cosas raras y que muchas veces surtían los cabinets of curiosities victorianos, unos museos domésticos o colecciones personales que albergaban todo tipo de cosas raras (fósiles, artilugios…). Aquí unos cuantos ejemplos (el primero, de hecho, es la portada de mi edición del libro de Dickens):

The Old Curiosity Shop narra la triste historia de Nell Trent, una huérfana que vive con su abuelo. Ambos se quieren mucho pero su vida es solitaria y pobre, siempre bajo el yugo del malvado prestamista Daniel Quilp. Por cierto que las escenas de Quilp son de las más reveladoras que hay en literatura sobre violencia machista. En uno de los primeros episodios, Quilp obliga a su mujer a mantenerse despierta toda la noche por si él necesita algo y la escena es estremecedora a la par que magistral.
Escribo sobre esta novela porque la pobreza de Nell y de su abuelo tiene que ser un recuerdo constante para que en estos tiempos de crisis, no olvidemos que quienes tienen que pagar son los Quilp del mundo, esos que aunque se sienten en el banquillo, como los aproximadamente noventa impresentables que empezaron a ser juzgados ayer, nunca recibirán el mismo daño que han hecho quitando dinero a tanta gente. Esos que como Camps se aferran al poder sin consecuencia alguna salvo esa podredumbre que invade su alma. Esos como los que en el Gobierno recortan los derechos de los ciudadanos en pos de la recuperación económica. Esos que en la oposición quieren hacer lo mismo con nuestros derechos sociales. Esos como los que han convocado la huelga general de mañana mediante anuncios machistas y que no nos representan aunque la secundemos. Hay tantos Quilp en este mundo, tantas personas de poca vergüenza, corruptas, delincuentes, de sonrisa fría y entrañas de monstruo.
Pero también escribo esto para deciros que el mundo seguirá siendo hermoso mientras exista la pasión, y si os habéis olvidado de qué era eso tendréis que buscarla por dentro o por fuera porque sin ella no se puede escapar de los túneles oscuros.
Como os he explicado antes, Dickens y otros autores publicaban sus novelas por entregas en lo que sería el equivalente a las series de televisión en la época victoriana. The Old Curiosity Shop iba saliendo semanalmente en una revista del propio autor, Master Humphrey’s Clock (aquí tenéis un pdf de  todos los números de la publicación, ¡menudo regalo que nos hace Internet!). A Estados Unidos tardaba en llegar dos semanas, por lo que los lectores del otro lado del océano, también fans incondicionales de las historias del genial británico, aguardaban con impaciencia los nuevos capítulos.
Tanto es así que cuando faltaba por llegar el último capítulo de The Old Curiosity Shop, en el que por fin se sabía si la heroína Nell sobrevivía o no, que los lectores americanos se agolparon en el puerto a la espera del barco que provenía de la costa inglesa con la entrega final. Cuando este no había aún anclado siquiera, la gente empezó a preguntar a los marineros británicos a gritos:
-¿Ha muerto la pequeña Nell?
Un planeta donde algo así puede suceder es cuanto menos prometedor.
¡Arriba esos ánimos! 

6 comentarios:

Diley dijo...

Soy de las que entra todas las mañanas esperando la buena nueva.. El día 7 soñé que nacía y te vi la cara, Hes, no te quise mandar sms porque entendi que las madres putativas no somos quien para poner nerviosas a las MADRES .. asi que asi andamos,esperando verle la cara para llenarle de besos y regalos

Ama y Mama E dijo...

Como bien dices que venga cuando quiera, y de nuestra parte que venga bien y lo más importante rebosante de salud.Un abrazo mientras se espera.

loreto dijo...

Con quince años me enamoré de una pequeña pseudo-novela juvenil: "La tienda de palabras". Desde entonces, he devorado todos los libros protagonizados por viejas tiendas con olor a libro. Ya sé cuál será mi próxima lectura.

PATSY SCOTT dijo...

Hester, si tenías que ser fan de Dickens!!! he leído antes el post de arriba (miércoles) y como ya estoy gagá a estas horas entendí que había nacido ya Eyre!!! - bueno, a lo mejor a estas horas estáis las dos camino del hospital, ¿quién sabe? Será cuando tenga que ser. Besos y más besos y paciencia.

Bárbara dijo...

Precioso Gloria!!!!de una de tus nuevas seguidoras.

encantada dijo...

Entradas como esta ensanchan el corazón. Mil gracias, los ánimos hacen falta :)