domingo, 5 de abril de 2009

Memoria histórica

Yo hubiera preferido que me siguieran dando palos antes que ver a una compañera salir para no volver. Eso lo digo con el corazón y no encuentro palabras para describir eso porque eso es muy duro (Concha Carretero, condenada a muerte durante el franquismo, escapó del fusilamiento de las trece rosas)

Dos exposiciones del Centro Cultural Conde Duque me han dejado impactada últimamente. La primera, a principios de este año, fue La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid en la II República y la que he visto hoy es Presas de Franco (que estará hasta el 9 de mayo, así que si estáis por Madrid os animo de todo corazón a ir a verla).

La Facultad de Filosofía y Letras homenajeaba este edificio de la Universidad Complutense en su 75º aniversario. La exposición mostraba lo pionera y emblemática que fue esta institución educativa. Además de acoger a las personalidades intelectuales de la época, su modernidad se podía ver en sus estilos tanto arquitectónicos como pedagógicos, pues estuvo inspirada en los principios de la Institución Libre de Enseñanza.

Sin embargo, el proyecto de hacer una sociedad moderna, culta y solidaria se vio truncado con el golpe de estado fascista que dio lugar a nuestra cruenta Guerra Civil, así como a la dictadura de Francisco Franco. Las personas abanderadas del pensamiento libre de la II República fueron torturadas, encarceladas y en muchos casos asesinadas, o bien se vieron forzadas al exilio.

La exposición, que invita a que esto “nunca se olvide, nunca se vuelva a repetir”, como dijo una de las estudiantes de la Complutense, alentaba a la reflexión y también a la memoria histórica, tan necesaria.

Viéndola, me indignó la no existencia de más placas conmemorativas a las víctimas de la represión franquista. No hacía mucho que acababan de derribar la cárcel de Carabanchel en lugar de construir allí un centro por la memoria de los que padecieron el franquismo, como pedían tantas personas. Este empeño en pasar página es un empeño por prolongar la injusticia del silencio. Relegar al silencio, a la invisibilidad, es condenar a la no existencia.

La exposición que he visto hoy me ha dejado aún más marcada. Presas de Franco habla de las mujeres de la generación de la II República y la Guerra Civil –gente como Tomasa Cuevas, Manolita del Arco, Juana Doña, Nieves Torres, María Salvo, Trinidad Gallego, Soledad Real, Leonor Estévez, Mari Carmen Cuesta, Carlota O’Neill, Concha Carretero, Maruja Borrell, Matilde Landa, Ángeles García-Madrid, Josefina Amalia Villa y otras muchas mujeres- cuya historia solo ahora empieza a ser reconocida con labores como el libro de la tristemente fallecida Dulce Chacón, La voz dormida (2002), o esta misma exposición.

Estas mujeres sufrieron una doble represión, tanto por ser rojas como por ser mujeres. Las infames condiciones en que vivieron en las cárceles franquistas (y el terror que experimentaron fuera de ellas) resulta harto difícil de poner en palabras, pero es imprescindible hacerlo. Los testimonios de estas militantes fueron silenciados durante décadas. Esta exposición se propone visualizar la experiencia penitenciaria femenina conjugando imágenes y documentos y recorriendo diversos ejes temáticos: la maternidad en las cárceles, la resistencia, los fusilamientos, la tortura, el sexismo… Estas experiencias pertenecen a las excluidas de las “grandes historias” y es necesario que empiecen a formar parte, de una vez por todas, de la narrativa del periodo histórico del que forman parte.

Lo único que he echado de menos de esta exposición es la experiencia de las mujeres lesbianas durante el franquismo, para lo cual recomiendo dos magníficos trabajos de Beatriz Gimeno, la novela Su cuerpo era su gozo, de la que ya hablé en este blog e Historia y análisis político del lesbianismo.

Volviendo a la exposición, en ella ponen un documental desgarrador, Del olvido a la memoria: presas de Franco, dirigido por Jorge Montes Salguero. En el documental hablan de Tomasa Cuevas, ex militante del Partido Comunista que pasó seis años en una prisión franquista donde, con una vieja grabadora escondida en su bolso, recogió los testimonios de muchas mujeres para que no cayeran en el olvido. Todos estos testimonios fueron recopilados en el libro Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas. Gracias a ella nos curamos un poquito de esta amnesia histórica que se instaló en España en la transición.

He encontrado en You Tube el documental y lo adjunto a continuación de este post. Os animo a todas y todos a verlo, merece la pena. Son 50 minutos que se pasan volando pero, advierto, con el corazón en un puño y a veces sin poder evitar las lágrimas en los ojos. Debería ser obligatorio en los colegios, y no esos manipuladores vídeos antiabortistas que algunos centros educativos se atreven a poner. Insisto de verdad en que lo veáis y animéis a vuestra gente a que lo haga también.

Para que nada se pierda.

Parte I


Parte II


Parte III


Parte IV


Parte V


Parte VI


Parte VII


Parte VIII


Parte IX y última


8 comentarios:

dintel dijo...

(Suspiro)

Ico dijo...

Gracias por este documento maravillos y por no dejar en el olvido a estas mujeres

Tina dijo...

Que se aplique la Justicia... ¿seria mucho pedir?

Fiamma dijo...

En todas partes se cuecen habas. Lamento estar tan lejos. Me deberé conformar por estos tiempos con las pantallitas de youtube.
Un saludo ;)

Olga dijo...

Gracias, Hester. Este reportaje es un complemento imprescindible a Las 13 Rosas, una película que Ratita y yo vimos con el corazón encogido hace unos meses. Memoria histórica en aras de la Justicia, sí, pero también conciencia de lucha en pos de un colectivo más fuerte.
Besos.

PATSY SCOTT dijo...

Estas mujeres se merecen un monumento.
Además del paso por la cárcel - qué espanto! ¿Te imaginas lo que tuvo que ser, después de los avances conseguidos con la República, tener que tragarse una regresión al pasado en toda regla?
En cierta forma, es lo que pretende hacer la Conferencia Episcopal ahora, hacernos volver a las cavernas...

Antonia dijo...

hace poco que he descubierto tu blog y cada vez me gusta mas.
Hace unos meses tuve la suerte de conocer a Concha Carretero, que mujer, que fuerza.
Que verguenza de país que no es capaz de ser justo con l@s que han estado luchando mas de 40 años por la democracia.
Para que nada se pierda. Hay que aplicar la Ley de memoria histórica ya, que ya apenas quedan abuelos.

sustine hefalu dijo...

Pues para que nada se pierda tendreis que saber que fue la legislación republicana de Vagos y Maleantes la que consideró peligroso per se al homosexual por el hecho de serlo, y fue con los años la legislación franquista la que suavizó esto, exigiendo que para aplicarse dicha ley al homosexual este fuera realmente peligroso, y no se considerara tal solo por el hecho de serlo.