Este post se publicó en mi blog de lecturas el 10 de marzo de 2010. Puesto que he decidido eliminar dicho blog para unificar todos mis escritos en La Letra Escarlata, aquí os lo dejo con el fin de que no se pierda.
Tan fuerte, tan cerca (Extremely Loud & Incredibly Close)Barcelona: Lumen, 2005Traducción: Toni Hill
Podría decirse que existe una literatura “post-11 de septiembre”, es decir, una serie de obras situadas en el contexto de o inspiradas por los ataques de Al Qaeda a Estados Unidos en 2001. Algunas de estas novelas son, por ejemplo, El hombre del salto (The Falling Man), de Don DeLillo, Los hijos del emperador (The Emperor’s Children), de Claire Messud o Terrorista (Terrorist) de John Updike. Pese a que todas estas son grandes historias a mi parecer, ninguna se puede comparar a la belleza de Tan fuerte, tan cerca (Extremely Loud & Incredibly Close), de Jonathan Safran Foer.
Jonathan Safran Foer (Washington, EEUU, 1977) nació en una familia judía sumamente intelectual. Por lo que he podido leer, a los ocho años tuvo un colapso nervioso y durante tres años, lo único que deseaba era ser otra persona. Estoy segura de que en estos terribles años basó el personaje de Oskar Schell, el entrañable protagonista de la novela que nos ocupa.
Safran Foer estudió filosofía en Princeton, teniendo la suerte de recibir clases de escritura creativa de la gran Joyce Carol Oates. De hecho, ella fue la primera persona que se interesó verdaderamente por su escritura y le hizo plantearse por primera vez que podría convertirse en escritor.Además de Tan fuerte, tan cerca, otra obra conocida del mismo autor es Todo está iluminado (Everything is Illuminated) (2002), la cual supuso un gran éxito de ventas y se llevó al cine en 2005.
Jonathan Safran Foer está casado con otra escritora, Nicole Krauss.Y ahora, vayamos al libro que nos atañe. Como dije antes, Tan fuerte, tan cerca es la historia de Oskar Schell, un chaval de nueve años extremadamente inteligente pero traumatizado por la muerte de su padre en los atentados del 11 de septiembre.
Oskar es inventor, y crea en su mente todo tipo de objetos surrealistas para que las personas estén seguras (el origen de esto, obviamente, es lo que le sucedió a su padre). También escribe cartas a las personas que admira, como Stephen Hawkins. Una misteriosa llave encontrada en el armario de su padre le convierte asimismo en detective. Ya antes su progenitor y él se divertían resolviendo misterios juntos.
Oskar decide buscar por todo Nueva York la cerradura que abre esa llave. Lo hace, por cierto, con su pandereta a cuestas, como otro Oskar con el que comparte más de una característica, el protagonista de El tambor de hojalata (Die Blechtrommel) de Günter Grass. Por el camino se encontrará con todo tipo de personas, como el anciano que hace fichas de todo el mundo que pasa por su vida. Estas fichas solo contienen una palabra, por ejemplo, la de Oskar será “hijo”. Otro personaje singular es la mujer que no ha bajado del Empire State durante años, sin que nadie se haya dado cuenta de ello, reflejo de la soledad de la Gran Manzana.
El periplo de Oskar es el hilo conductor de la novela, pero hay otra historia en ella, la de sus abuelos y sus avatares en la Segunda Guerra Mundial. Como le sucede al niño, sus vidas quedan destruidas por culpa de un único suceso, en el caso de ellos, el bombardeo de Dresde por parte de la RAF.Tan fuerte, tan cerca, es un ejemplo de lo que se ha dado en llamar escritura visual, una escuela posmoderna que desafía los límites del texto añadiendo elementos como fotografías que forman parte de la historia. La más escalofriante a mi gusto es el folioscopio final, que muestra a un hombre cayendo de una de las torres gemelas, pero colocado al revés, de modo que la secuencia de los fotogramas le muestra volando hacia la ventana en lugar de emergiendo de ella.
Leyendo en Internet artículos acerca de la técnica empleada por Safran Foer, me he encontrado con muchas críticas negativas, como esta de José Antonio Gurpegui en El Cultural:Uno no acaba de entender muy bien las intenciones y propósitos de Foer (tal vez llamar la atención provocando valoraciones como la que a continuación se expone) al incluir páginas en blanco, otras literalmente ilegibles o aquellas en las que tan sólo se lee una frase… cuando no interminables sucesiones numéricas o fotografías traídas con excusas más que forzadas. En no pocas ocasiones se entienden -o al menos así lo aprecia quien suscribe- como fatuos fuegos artificiales, con más de anecdótico que de sustancial, que no hacen sino distraernos de la auténtica trama al recuperar antiguos, y ahora caducos, experimentos que nos retrotraen hasta el rupturista espíritu de la generación beatnik.
Uno desearía que Foer superara pronto este juvenil -nació en 1977- “acceso de originalidad”, porque si algo se desprende de Tan fuerte, tan cerca es que su autor sabe y puede escribir con suficiente calidad como para ganarse un puesto de privilegio en las letras norteamericanas sin necesidad de recurrir a intrascendentes artificios.
Aunque entiendo lo que quiere decir, no estoy de acuerdo con él. A mí me ha llegado muy hondo cada una de las páginas del libro, tanto las de texto como las que contienen imágenes. Como sucede con muchas cosas de este libro, no puedo explicar con palabras todas las sensaciones que me han provocado, pero si tuviera que escoger una sola, esta sería TERNURA.
Tierno es Oskar, su relación con su padre, su relación con su abuela, el modo en que su madre le cuida sin que él se de cuenta, sus miedos, la gente con la que se topa en su agonía, el Nueva York como de realismo mágico que recorren sus botas… esas botas que tanto le pesan cuando está triste.
Ternura que no resulta cursi, como un bebé de Anne Geddes (que me perdonen los fans de la fotógrafa), ternura más bien como la que podemos sentir hacia Scout en Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird) o hacia Celie en El color púrpura (The Color Purple): remueve el corazón, te provoca alguna que otra lagrimita, pero sobre todo te deja pensando que en medio del horror siempre hay una luz, que en medio de la basura, de la guerra, del odio, siempre podemos encontrarnos con algo hermoso.
Una oda, en fin, a la resilencia.
2 comentarios:
Yo tambien me perdi a ratos por "las intenciones y propositos de Foer" y sin embargo mi impresion final tambien fue de ternura.
Da gusto leer recomendaciones a la altura de las obras ;)
Este no me lo tengo que leer, lo tengo leído. Coincido.
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