¿Ama de casa? No, prefiero definirme como una diosa doméstica (Roseanne Barr)
Descubrimiento del día: ¡no sé planchar! Hasta ahora nunca lo había necesitado…
No, no es que lo haga alguien por mí, es que jamás me compro algo que necesite planchado y además, un secreto que tenemos las gordas es que estiramos la ropa cuando nos la ponemos y así vamos tan divinas sin una sola arruga en la ropa.
Me he acordado de mi infancia. Mi madre se ponía en la cocina a planchar un rascacielos de ropa al son de Radio Olé, haciendo mmmmm cuando le gustaba una canción (sobre todo si las intérpretes eran Rocío Jurado o Isabel Pantoja). Previamente había extendido una manta en el suelo, a una distancia prudencial de la plancha, sobre la cual esparcía nuestros juguetes favoritos, y allí nos depositaba a mi hermana pequeña y a mí, ante sus vigilantes ojos y su tatarear reconfortante.
Mi madre planchaba –y plancha- hasta las bragas. Por delante, por detrás, las doblaba y otra vez por encima, hasta que quedaban completamente plegadas y calentitas. ¡Qué gusto daba ponértelas en invierno, directamente del cesto!
Como tantas otras cosas añoradas de mi infancia, esos cálidos momentos desaparecieron con ella y llegó la época del piso de veinteañera con un patio interior que impregnaba en la ropa el inconfundible aroma a cocido de la vecina del primero.
Pero claro, ahora llega nuestra yanqui y la pobre qué culpa tiene de que mi bruja y yo pasemos de ese aparatito vaporoso y doméstico… A nosotras nos pagan por tenerla bien alimentada y vestida, así que nos hemos hecho con una plancha… y allá que voy yo hoy tan dispuesta… ¡Pero madre mía! ¿Cómo es posible que sea tan difícil? ¡No me ha salido ni lo de las bragas!
Y para colmo, las primeras prendas que le lavamos a la pobre yanqui han salido desteñidas… no soy tan desastre, os lo prometo, todo tiene una explicación: resulta que se nos rompió la lavadora justo el día que ella llegaba. Nos trajeron una nueva y la primera vez que la ponemos se oye un golpe tremendo y se detiene para siempre jamás: el motor venía con un defecto de serie. La ropa salió hecha una pena. Hay que esperar una semana a que nos traigan un motor nuevo…
Menos mal que la yanqui es un cielo y no se queja de nada. La tenemos fascinada porque creía que la familia que le iba a tocar era tradicional y católica y resulta que le han puesto con dos lesbianas madrileñas que ya se la han llevado por ahí a tomar cañas y que tienen muchos amigos con pinta de progres.
No nos ha salido bollo, pero bueno, nadie es perfecto…
Dadle un respiro, que ahora lleva su camiseta blanca muy arrugada y con un sospechoso tono rosado cuando le da el sol… menos mal que hoy ha llovido y no se ha dado cuenta…
(Por cierto, esposa mía, ¿tú sabes planchar? Creo que va a haber que hacer una nueva repartición de tareas...)
7 comentarios:
Pues fíjate, que de todas las cosas de la casa, lo que menos me disgusta es planchar. En invierno. Música no, que no soy muy musical yo, sino una película no muy trascendental pero entretenida y mientras dura te has cepillado ese rascacielos de ropa. Y el gustazo que da dormir en unas sábanas planchadas... ¡qué ricoooooo!
Ayer me compré mi primera lavadora. Once años sin lavadora. Pero planchar, sé planchar y muy bien... ya me encargué de aprender, pues no me gustan las arrugas (que no sean de tez).
Qué mejor que vuestro nido para ir a caer??? Debe estar encantada y si no es así, que hable conmigo (y búscame una traductora). ;)
Si a escribir se aprende escribiendo, a planchar se aprende planchando, que también quemando.
Jeje, pues nada, ya os contaré mis progresos...
Pero, dintel, ¿y cómo lavabas la ropa?????????
Nosotras tampoco planchamos, la verdad... Pero la que queda mal... fatal, soy yo, que cuando nos conocimos insinué que una de las tareas domésticas que más me gustaba era planchar... Y bueno, si toca hacerlo no me importa, pero vamos, la rutina... como que no.
Resulta que utilizamos ropa que no lo necesita, como tú, y si las chichas además la alisan, pues ideal, oye.
Ánimo con la yanqui, que os ha salido buenísima :) Qué recuerdos de intercambios y tandems a gogó... lo echo de menos, pero la calma también vale su peso en oro, porque a veces llegaba cada cual... juas juas.
En fin, que dejad de planchar que os querrá igual.
Cuando fui un verano a Estados Unidos, a una compi le tocaron dos bollomadres judías de acogida. La chica no estaba contenta con eso, yo lo habría flipado. Es cierto que estaban un poco merilotillas (y la hija adolescente de una de ellas estaba muy deprimida y a mí al principio me habría costado hablar con ella y todo eso), pero una de ellas hacía unas galletas de chocolate que estaban de muerte.
Pero claro, yo ya era bollera en aquel entonces, que hasta salí del armario con el grupo de estudiantes.
En fin, que la chica, aunque noi sea bollo, estará encantada de la vida. Qué más le dará a ella una prenda que otra desteñida o arrugada.
jaja, ¿y la tabla? ¿Habéis comprado también ese artefacto endiablado caza-dedos?
No recuerdo quién lo dijo: Ironing is the thing I like second best. The first is banging my head with the kids' bunk beds.
yo todavía no sé usar la olla express.
y eché lejía a una lavadora de negros y azules.
son cosas que pasan, a cambio sé (pòrque el tiempo que paso leyendo es el que le robo a aprender tareas domésticas) que fue una mujer la que inventó el primer lavaplatos automático (josephine garis cochran,1889),otra la que patentó el plumero de plumas (susan hibbard,1876)y otra le cubo de basura que se abre con un pedal (lillian gilberth , 1966)..
Asi que creo que estoy a salvo, que otras harán la vida más fácil para nosotras, la Generación Más Libre de las Tareas Domésticas.
(seguro que suena mejor en ingles, cuentaselo a tu guiri y contagiale el espíritu, que ya no es olímpico -yupiiiiiiii-)
besitos()()
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