miércoles, 24 de octubre de 2012

Adiós, Hester Prynne - Hola, Gloria Fortún

Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida (Mario Benedetti)

Pues queridas amigas, queridos amigos, esta entrada es una despedida.
He sido Hester Prynne en el mundo virtual durante ocho enriquecedores años. Ahora quiero ser siempre yo, Gloria Fortún, tanto en los lugares tangibles como en los que requieren de modem.
Contar lo que ha significado para mí este blog exigiría un montón de posts que me impedirían cerrarlo. … He evolucionado, he aprendido, me he equivocado, he conocido a gente, se me han abierto algunas puertas y se me han cerrado otras.
El mejor homenaje a La Letra Escarlata será una recopilación de entradas en forma de libro que anunciaré en breve. Ese será, definitivamente, el último post. Termino mi blog en círculo, empezando de cero, con aquellos primeros textos de junio de 2004.
Hester Prynne ya no está. Su voz, antes suficiente, ahora me limitaba.
Más adulta, más imperfecta pero con el mismo amor por la rebelión, el café, las mujeres y los libros (no necesariamente por este orden), ahora me podéis encontrar, como Gloria Fortún, en mi página web.
La visibilidad como forma de lucha.
Gloria Fortún
 Encuéntrame también en Twitter y en Facebook.

lunes, 4 de junio de 2012

¡Todo va a ir mejor!

 Una vez iniciado el cambio social, éste no puede detenerse. No puedes desenseñar a una persona que ha aprendido a leer. No puedes humillar a una persona que se siente orgullosa. No puedes oprimir a la gente que ya no tiene miedo. Hemos visto el futuro, y el futuro es nuestro (César Chávez).

Aquí me tenéis, entre otras maravillosas personas de la asociación Galehi, participando en el proyecto de apoyo a la juventud lgtb It Gets Better.
Difundid, difundid, esto tiene que llegar lejos...
¡En marcha con el mes del Orgullo! (Y también con el mes en que La Letra Escarlata cumple ni más ni menos que ocho años)

jueves, 31 de mayo de 2012

Siete

... había acabado por pensar que no había nada imposible para ella; como los nadadores que, temerarios, calculan el acopio de fuerza y de energía que han de acumular y olvidan el humor siempre variable de su adversario, el mar. (Willa Cather. La cabaña del jardín, 1905).

El otro día me topé con un texto que trataba sobre aquello de que el cuerpo cambia cada siete años. 
No sé si lo habrás oído alguna vez, es una teoría pseudocientífica que ha derivado en mito, como ocurre con tantas. 
Según tengo entendido, es cierto que el tiempo medio que tardan muchas células en regenerarse es de siete años. Pero es una media nada más, y por otro lado no sucede con todas las células. 
El artículo que he leído recientemente habla de unas nuevas teorías antropológicas surgidas de unas investigaciones -no puedo imaginarme qué tipo de investigaciones- cuyas conclusiones son que cada siete años se regenera algo más que las células: todo tu ser sufre un cambio. 
Vamos a ver, yo soy una de estas incrédulas que cuando me hablan en serio sobre mi carta astral, por dentro estoy bostezando y con ganas de ir a casa a leer a Jeanette Winterson, que ella sí que me lleva en viajes astrales y además, por cierto, lo que escribe está tan relacionado con el deseo, la palabra clave de lo que estoy escribiendo. 
En fin, que lo mío no son los chakras ni los menores de edad calvos y envueltos en sábanas granates. Pero el texto me capturó porque me di cuenta de que eso es lo que estaba pasándome. Pura casualidad, tal vez, pero el caso es que mi vida ha ido de siete en siete años. 

Lo aclaro: 
  •  Hasta los siete años se forjó la lectora que hay en mí. La lectura es lo más importante de mi vida -dejando aparte a las personas a las que quiero- porque es donde aprendo, donde desaprendo y donde me refugio siempre. La lectura para mí es un lugar más que un acto. Aprendí a leer muy pronto y sola, no tengo ni idea de cómo lo hice. Mi primera infancia son paseos emocionantes de la mano de mi madre de camino al bibliobus. La bibliotecaria encantadora que me daba los libros de Barco de Vapor blancos y azules. Los puntitos de colores que te ponían en el cole cada vez que te leías un libro y cómo llenaba yo de ellos tarjetas y tarjetas. Las Navidades en Gran Canaria, abetos decorados en plena playa de las Canteras, bañador y turrón. Muchísimos hermanos y primos. Una primera infancia muy feliz. 
  •  De los ocho a los catorce, una segunda infancia muy infeliz. Yo tenía ocho años cuando murió mi hermano en un accidente de coche. El coche era un trabant descapotable de color amarillo chillón que no sufrió grandes daños. Mi padre lo vendió a alguien del barrio y siempre lo veíamos aparcado, como un malévolo fantasma de chapa. Mi madre puso una rodillera en la puerta de un armario porque mi padre le dio un puñetazo y así tapaba el agujero que quedó. La pérdida de su hijo llenó a mi padre de una ira que le otorgaba el poder de taladrar puertas con las manos. Esos días mi madre nos recogía en el colegio con bocadillos y nos llevaba al cine. La música de Movierecord con sabor a nocilla me trae recuerdos agridulces. Cuando cumplí nueve años mi padre me dijo que cómo iba a celebrar mi cumpleaños si mi hermano se había muerto. Me cambiaron de colegio, yo no me sabía la tabla del siete y me daba miedo que me descubrieran y se había muerto mi hermano. A mi hermana pequeña y a mí nos mandaron a un campamento de verano. Mi madre estaba deprimida y nos mandaba cartas muy tristes. Las leíamos llorando abrazadas. Jane Eyre me salvó la vida. 
  •  De los quince a los veintiún años me reconocí como lesbiana. No tuve muchos amigos en el instituto, pero los tres que íbamos siempre juntos éramos unos inadaptados encantados de serlo. Kico, Alfonso y Hester siempre juntos. Ahora miro hacia atrás y me admira que tan joven y sin tener un solo referente saliera del armario, pero lo hice. Alfonso fue un año a Estados Unidos de intercambio y nos trajo fanzines, ropa del Salvation Army y un montón de ideas nuevas que nos cambiaron para siempre. Kico y yo fuimos un día a Chueca y entramos con mucho miedo al café Figueroa. Solo vi chicos y pensé que no había bares de chicas. Un día me encontré un periódico que por una cara era para gays -Planeta Marika- y por el otro para lesbianas -Solazo Bollero- y en él leí sobre el bar sáfico Ambient, en la calle San Mateo. Cómo me gustaron las lesbianas, yo que hasta entonces solo me había enamorado de chicas heteros. Primeros amores. Universidad. Un nuevo amigo gay, Carlos, que me presenta a todas las lesbianas feministas de la Complutense. 
  •  De los ventiuno a los veintiocho años mi vida está llena de activismo feminista y de amores correspondidos y no correspondidos. Dos relaciones largas, una de ellas que me deja con el corazón roto y con secuelas que todavía hoy arrastro. A los veintinuo me emancipo y Carlos y yo nos convertimos en seres noctámbulos. Florezco, lucho, empiezo este blog. Me voy un año a Estados Unidos. 
  •  Los últimos siete años han estado dedicados a crear una familia. Con mi bruja encuentro el amor y la paz, encuentro el hogar y lo quiero convertir en lo que no fue el de mi infancia. Nos casamos y empezamos un proceso que deviene en nuestra pequeña, nuestra luz de donde el sol la toma, que diría Echenique.
Todas estas etapas han estado movidas por el deseo: el deseo de leer, el deseo de escapar, el deseo de ser yo misma, el deseo de luchar y el deseo de tener mi propia familia.
 Tengo treinta y cinco años. No había pensado en esto de los siete pero leyendo el artículo el otro día me di cuenta de que llevo semanas sintiéndome distinta. Más despierta. Más sensible, como si mi piel fuera nueva y todavía notase cada roce demasiado. Más receptiva. 
Los cambios se empezaron a producir unos días antes de mi cumpleaños y no han parado. Soy la misma y soy otra, todavía no puedo explicarlo aquí porque he de entenderlo yo antes. El deseo mantiene alerta mi cuerpo y también mi mente. El deseo provoca más deseo lo mismo que el fuego provoca más fuego. 
De repente he sentido compasión por la gente que está satisfecha con lo que tiene, sin más, cuando siempre habían despertado en mí el sentimiento contrario, la envidia. 

Me he dado cuenta de que el deseo es muy poderoso, o mejor aún, de que el deseo me vuelve muy poderosa. Me miro al espejo por las mañanas y me veo amazona, fuerte y hermosa. No tengo sueño a pesar de haberme pasado gran parte de la noche escribiendo. Porque esa es otra, estoy inspiradísima. Puedo con todo porque tengo deseo. El deseo es movimiento. Quizá sea que quienes nos malgobiernan no tienen deseo, sino esa cosa flácida y carente de lujuria alguna llamada avaricia. 

Yo en cambio voy a llegar muy lejos.

Ultrarreceptiva

jueves, 12 de abril de 2012

País-fénix

¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada? (Proverbio alemán). 

Es grave. Temible. Real. Peleable. 
 Funciona así: los sirvientes del mercado –que no son ni más ni menos que quienes gobiernan este pobre país- nos declaran la guerra a las ciudadanas y a los ciudadanos mediante ese verbo que está en tantas bocas: recortar. Quítale a un pueblo sus pilares aparentemente intocables –sanidad y educación- y borrarás de su faz a la extendida y molesta clase media. Roba a las escuelas y a las universidades, crea élites que se formen en aulas patrocinadas por los bancos y conseguirás en menos de lo que crees que nadie sepa quejarse, que nadie tenga siquiera el consuelo de refugiarse en las páginas de un libro, donde todo se halla. 

Recorta, recorta, también en pequeñas cosas para no dejar ni un respiro, que no puedan ni utilizar el transporte público sin que les duela el monedero. 
Recorta, recorta, en los derechos conseguidos a base de sudor y activismo. Que las mujeres no decidamos sobre nuestros cuerpos, que quienes vinieron aquí buscando refugio no tengan con qué subsistir. La metáfora sí que podemos escogerla, que de eso es de lo único que vamos sobrados: un rodillo pasando por encima de nuestras cabezas, un Titanic a punto de partirse por la mitad, una jaula de pollos destinados a convertirse en nuggets del KFC. 
 Recorta, recorta, pero no a todo el mundo. Que la familia real haga que ahorra y continue viviendo a todo plan a nuestra costa. A la iglesia, no quitarle ni un duro y a seguir dándoles plataformas públicas donde expresar su ideología, también con nuestros impuestos. Que los verdaderos delincuentes blanqueen su dinero trayéndolo a España sin tener que dar ninguna explicación. Que mandatarios y millonarios sigan esbozando sus sonrisas níveas. 
Recorta, recorta y para que no se quejen, prohíbe que lo hagan. Que quien vocalice o teclee rebeldía se convierta en criminal. Carta blanca para seguir jodiendo y tarjeta roja a quien se atreva a recordar a los cadáveres de las cunetas y a los niños robados por monjas. 

Recortes y represión. Una fórmula históricamente de libro. Quizá lo inaudito del caso de España es que desde que murió Franco, aquí se había ido forjando un deseo de modernidad que hasta ahora nos hacía dar generalmente pasos hacia delante. Que el PP –esclavo del mercado, sí, pero pongamos nombre a ese esclavo voluntario, es de ley- nos quiera quitar tanto es inaudito y mi única esperanza es que esto haga que nos unamos, tomemos las calles, detengamos esto que ya está sucediendo. No es imposible, la gente ha conseguido cosas aún más grandes. El momento es ahora. Ellos por fin han puesto las cartas sobre la mesa y tenemos que decidir quién queremos que escriba la historia y qué título debe llevar el capítulo de nuestro paso por el mundo. 

¿Qué vendrá ahora? Un posible horizonte, un muy posible horizonte es la eliminación, entre otros derechos civiles, del matrimonio igualitario. Siempre que digo esto la gente me mira como si fuera una exagerada y dice con tono despreocupado: no, que eso no pueden hacerlo, que eso no lo van a hacer, una gran mayoría estaría en desacuerdo. 
Vamos a ver: es difícil que anulen los matrimonios ya consumados, porque una modificación retroactiva exigiría, a mi corto entender legislativo, ir caso por caso, y eso es muy complicado. Pero que ningún homosexual más se pueda casar, eso lo están deseando, diga lo que diga el Tribunal Constitucional. Además lo harán de forma sutil, dirán que “solo le han cambiado el nombre”. Así, a ojos del resto de la sociedad, no tendríamos por qué quejarnos, “es solo el nombre”. Pues que se lo cambien a los matrimonios heterosexuales, ¿no? El nombre es muy importante, no solo porque tener uno distinto te convierte en “el otro”, sino porque hay muchas leyes que contienen la palabra “matrimonio” y en las que ya no estaríamos contemplados. 

Hemos de tomarnos muy en serio esta y otras amenazas. El ánimo es sombrío pero debe impulsarnos a aceptar la responsabilidad que tenemos, como ciudadanas y ciudadanos, de reclamar las calles. Hagamos de éste el primer país-fenix, resurgiendo de sus cenizas mejor y más justo, gracias a la gente.

sábado, 31 de marzo de 2012

OBITUARIO: Adrienne Rich (1929-2012)

Puede que dispongamos de todos los recursos tecnológicos habidos y por haber…pero si nuestro lenguaje no es el adecuado, nuestra visión permanecerá deforme y nuestra razón y nuestros sentimientos darán vueltas sin llegar a ninguna parte. Tal vez nuestro proceso llegue a ser “revolucionario”, pero nunca transformador. (Adrienne Rich

Creía que el arte y la política eran indivisibles. Centró todo su trabajo teórico y poético en el feminismo, el lenguaje, la identidad sexual y racial, los derechos civiles y el pacifismo. Ha sido una de las activistas, pensadoras y creadoras más trascendentales del siglo XX. 
En Instantáneas de una nuera (Snapshots of a Daughter-in-Law, 1963) versificó sobre ese problema sin nombre acerca del que también estaba escribiendo en ese momento Betty Friedan: la alienación que conlleva el rol femenino dentro de un matrimonio normativo. Recordemos que por aquél entonces apenas había iniciado su andadura la segunda ola del movimiento feminista que condenaría todo esto. Ella sería una de sus figuras principales. 
En 1976, habiendo dejado a su marido y padre de sus tres hijos, salió del armario e inició una relación con la que sería su pareja durante toda su vida, Michelle Cliff, una escritora de origen jamaicano. Eran tiempos muy hostiles para las lesbianas, incluso dentro del movimiento feminista. Ese mismo año publicó Veintiún poemas de amor (Twenty-one Love Poems), su homenaje al amor lesbiano. 
En 1980 escribió un ensayo fundamental para el lesbofeminismo, Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana (Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence), texto que en un mundo razonable sería un clásico de la no ficción, junto con Nacemos de mujer (Of Woman Born), obra en la que examina la maternidad como experiencia y como institución. 
Heredera declarada de las escritoras que la precedieron, rechazadora de los premios más importantes del mundo literario norteamericano por considerar que la literatura es más importante que un adorno para el salón, investigadora del lenguaje feminista, rebelde, insumisa, intelectual, valiente. 
Nunca dejó de escribir ni de luchar. A principios de este siglo, ya septuagenaria, se manifestó en contra de la guerra de Iraq. 
No hace mucho que publicó su último libro de poesía. 
Ha muerto Adrienne Rich.